Bienestar

El dolor de cabeza en niños

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La prevalencia del dolor de cabeza infantil se ha triplicado en los últimos 20 años. Sin embargo, su manejo analgésico es todavía una asignatura pendiente. En la mayoría de los casos, se entiende como un problema común y se aborda del mismo modo que una subida de temperatura (fiebre). Los medicamentos más utilizados y prescritos por los especialistas son el paracetamol y los antiinflamatorios no esteroideos aunque, a menudo, ni las dosis, ni el horario de tomas o la forma de presentación se ajusta al tratamiento adecuado.

 

Para distinguir una cefalea de un problema más grave de salud hay que realizar una exploración física completa, además de un examen clínico que recoja los antecedentes patológicos y familiares del afectado. No obstante, pese a la preocupación de los padres, un mínimo porcentaje de los casos de cefalea tienen su origen en una enfermedad grave.

Aspectos diferenciados
Migraña y cefalea tensional son las formas más habituales de dolor de cabeza. La migraña es un dolor pulsátil que puede desarrollarse junto con náuseas, vómitos y/o fotosensibilidad y, a menudo, afecta sólo a un lado de la cabeza. Algunos pacientes experimentan síntomas que avisan de que están a punto de sufrir un dolor de cabeza (aura). La cefalea tensional o vasomotora es un dolor de cabeza continuo, no pulsátil, que en general rodea la parte alta del cráneo. Se asocia con la tensión muscular de esta zona y, cuando se desarrolla dos o más veces por semana durante algunos meses, se la considera un trastorno crónico. Puede durar de unos minutos a varios días y las personas afectadas no experimentan otros síntomas.
Hay distintos tipos de dolor de cabeza en niños, según su evolución en el tiempo: agudas que, a su vez, pueden ser localizadas o generalizadas; recurrentes, que tiene en la migraña su entidad más frecuente; y crónicas, que pueden ser progresivas, relacionadas con el dolor, o no progresivas, cuando sus síntomas no evolucionan en intensidad. No obstante, a los padres les preocupa sobre todo "cómo diferenciar la cefalea de causa psicógena o tensional del dolor de cabeza originado por problemas orgánicos intracraneales, sobre todo, debidos a tumores", asegura Ana Soriano, pediatra
Esta especialista explica que, para poder realizar un diagnóstico diferencial, es necesario valorar una serie de parámetros. Hay que conocer los antecedentes familiares, ya que en la migraña es frecuente que alguno de los dos progenitores (o los dos) la sufran o hayan sufrido en la infancia. Mientras, enPara distinguir una cefalea de un problema más grave de salud hay que realizar una exploración física completa, además de un examen clínico que recoja los antecedentes patológicos afectado cefaleas tensionales o cuando el dolor se origina por un proceso tumoral, no se registra esta relación. Otros aspectos de suma importancia son la forma de instauración y el tiempo de evolución. Un dolor de cabeza no progresivo, que conlleva meses de evolución, es característico de cefalea tensional y migraña. Cuando el dolor es progresivo, con una evolución de varias semanas, es posible un incipiente proceso tumoral. El ritmo horario es otro factor revelador: puede ser vespertino (asociado a cefalea tensional), matutino y que provoca despertar nocturno (tumoral) o variable (típico de las migrañas).
Respecto a la calidad del dolor, si es opresivo, se asocia a cefalea tensional o proceso tumoral. Si es pulsátil, a migraña. En cuanto a la duración, es primordial saber si el dolor de cabeza dura horas (migraña) o si se sufre de forma constante (tensional) o diaria (tumoral). Su localización también brinda algunas pistas para el diagnóstico: si se instaura en la parte frontal de la cabeza o tienen afectación hemicraneal se asocia a migraña, en la zona occipital -límite posterior de la cabeza- o en toda la cabeza se relaciona con cefaleas por tensión y cuando la zona es variable se estima un posible proceso tumoral.
Junto con las anteriores, son fundamentales otras particularidades como el aura visual, náuseas o vómitos, fotofobia (sensibilidad a la luz) o fonofobia (sensibilidad al ruido) -como ocurre en las migrañas-, estados de ansiedad, factores desencadenantes, cambios de conducta, alteraciones neurológicas (visuales o del equilibrio) y alteraciones de la sensibilidad, que se traduce en hormigueo, adormecimiento o acorchamiento de alguna parte de la cara.
De la misma manera, la respuesta del organismo ante los fármacos que se administran supone pistas para el especialista sobre un posible origen del dolor de cabeza. "Los analgésicos son eficaces ante migraña, son poco efectivos ante la cefalea tensional y nada ante procesos tumorales ", explica la especialista. Añade que "el tratamiento será distinto según la causa", por lo que, ante cefaleas persistentes, se solicita a las familias que lleven un registro mensual del dolor para definir la frecuencia, los factores agravantes y los aspectos asociados al dolor. Así se evalúa el tipo de trastorno y cuál es la respuesta del tratamiento en el tiempo. Incluso, en ocasiones, se pide al niño que dibuje los elementos que ve al inicio de los síntomas de cefalea para concretar la presencia de aura (en el caso de migraña clásica) o su ausencia.

Analgesia para niños
En el tratamiento agudo de la cefalea en los pacientes infantiles se administran analgésicos de venta libre -que no necesitan receta médica-, que son eficaces para muchos otros tipos de dolor. Los más utilizados son el paracetamol y los antiinflamatorios no esteroideos (AINE). El paracetamol es un analgésico suave que se usa para aliviar el dolor de cabeza y otras molestias comunes, como la fiebre, aunque no es útil para reducir la inflamación. Es respetuoso con la mucosa gástrica pero, si se toma en dosis excesivas, puede llegar a ser dañino para el hígado.
Entre la familia de los AINE, destaca el naproxeno o el ibuprofeno, el ácido acetilsalicílico (aspirina) y el ketoprofeno, entre otros. Estos fármacos, además de bajar la fiebre, reducen el dolor y la inflamación. Sin embargo, la aspirina no se recomienda de forma habitual para tratar niños con infecciones virales, como la varicela o la gripe, porque se asocia al síndrome de Reye (daño cerebral agudo y problemas con la función hepática). No obstante, si el problema se convierte en crónico y el niño requiere analgésicos de manera continua, el médico debe establecer unas pautas regladas de prescripción, basadas en la evidencia científica disponible.

Escrito por: Montse Arboix

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