La muerte es una de las cosas más naturales en la vida. Y sin embargo, es también una de las cosas más difíciles de entender y aceptar. Para un niño, que apenas empieza a entender el mundo, puede ser aún más complicado, sobretodo porque no sabemos cómo debemos explicarle o de que forma actuar enfrente de ellos.
Primero que nada, debemos ser conscientes de que por mucho que queramos evitar el dolor a los pequeños, no debemos ocultarles la realidad. Lo mejor es darle la noticia con honestidad y explicarle de acuerdo a su capacidad de entendimiento. Aunque sea duro, es importante decir claramente que la persona ha muerto, pues el uso de frases ambiguas como “se ha ido” “lo perdimos” o “ya está descansando” puede crearles confusión. Debemos permitirles expresar sus dudas y temores, respondiendo de forma sencilla y directa.
A partir de los 5 años, los niños tienen mayor capacidad de entender la idea de la muerte y el hecho de que es irreversible. Conviene que los niños participen de los ritos funerarios como el velatorio y el funeral, ya que esto puede ayudarles a entender mejor la situación, pero debemos explicarles que es lo que verán, escucharán y lo que pueden sentir. Sin embargo, no se le debe obligar a asistir, si el niño está asustado, pero de cualquier forma sería recomendable honrar o recordar al ser querido de alguna forma, ya sea una plegaria, poner una velita, revisar fotografías o hacer un álbum de recortes.
La respuesta ante la muerte será diferente en cada niño y también dependerá de su edad. Es posible que los niños presenten temores, culpa, confusión, rabia o intenso miedo a morir. Es por ello que es tan importante que los motivemos a hablar de sus sentimientos, compartir sus tristezas y liberar sus preocupaciones, pero tampoco debemos presionarlos. Debemos darles espacio, al tiempo que nos mantenemos lo suficientemente cerca en caso de que pueda necesitarnos.
Fuente: Psicoglobalia.com