Escrito por: José Andrés Rodríguez
La empatía es la capacidad de penetrar de manera profunda, a través de la imaginación, en los sentimientos y en las motivaciones del otro. Sin empatía, no se puede desarrollar el sentido moral. No se puede discernir qué está bien y qué está mal, porque estos juicios dependen, en gran medida, de distinguir entre qué es bueno y qué es malo para los demás.
"Alrededor del año y medio de vida, el niño comienza a tener empatía", afirma Montserrat Conde. Su familia, profesores y amigos, entre otros, influirán sobre él para que aprenda a tener en cuenta los deseos de los demás, ser participativo y colaborador en los juegos y expresar emociones negativas y positivas. "Todo ello para que, en suma, aprenda a ponerse en el lugar del otro", añade.
Expertos como Martin Hoffman, psicólogo de la Universidad de Nueva York (EE.UU.), colocan la empatía en el centro del desarrollo moral de los niños: "El afecto moral o la empatía es el factor más importante que mueve a ayudar a otros". Determinados trastornos psicológicos impiden que se desarrolle la empatía. Uno de ellos es el transtorno de personalidad antisocial, más habitual en personas procedentes de ambientes familiares desestructurados y sin referentes que, según Conde, "muestran un comportamiento carente por completo de remordimientos". La especialista precisa que son personas que tienden a crear códigos propios, por lo que sólo sienten culpa al infringir sus propias reglas, pero no los códigos comunes establecidos por la sociedad.
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