Si te llegara una amenaza de muerte por correo electrónico, ¿creerías que provino de un chico que pertenece al cuadro de honor de su escuela? Seguramente no. ¿Cómo podría un adolescente responsable, que realiza actividades de voluntariado, enviar algo semejante? Lamentablemente existen casos así. En “la vida real” no se meten en problemas, pero en el ciberespacio envían amenazas y burlas simplemente “porque pueden”. En persona son muchachos ejemplares, detrás de su computadora son hostigadores. El clásico caso de Dr. Jekyll y Mr. Hyde versión 2.0.
En estos días, la tecnología ha fomentado nuevas prácticas y desarrollado nuevas habilidades en los jóvenes, pero también ha contribuido a crear nuevas formas de interacción entre ellos, muchas de ellas nada saludables. El acoso escolar ha evolucionado a la par de la tecnología dando como resultado una práctica que podríamos llamar ciberacoso (cyberbullying).
En todo el mundo están apareciendo casos de consecuencias fatales. Esto cuando llega a trascender a los medios masivos, pero los daños no se limitan a casos aislados; prácticamente la mitad de los adolescentes reconoce que ha sido victima de alguna agresión “virtual”. Chismes, fotos y videos que se utilizan para manchar la imagen o la reputación de estos jóvenes. Las redes sociales son foros para etiquetar a las niñas. Etiquetas que marcan de por vida y no para bien. La facilidad de conexión, de cambiar de personalidad, provoca que salga lo más oscuro del ser. Nos toca formar pequeños que sean responsables de no difamar, de cuidar lo que dicen de los otros.
Estar atentas
Primero debemos estar atentas a cualquier cambio de conducta en nuestros hijos adolescentes. Si de pronto se torna callado, no quiere salir, busca aislarse, empieza a tomar alcohol o se niega a ir a clases, es probable que haya sido acosado (real o virtualmente). En este caso busca ayuda profesional. Abre todos los canales de comunicación posibles, y no olvides recordarle, de la manera más sutil que se te ocurra, lo mucho que los quieres y que estarás siempre ahí para apoyarlo. Una cosa es segura: jóvenes que han salido adelante reconocen que el apoyo de sus padres fue fundamental para resolver el acoso.