A veces las palabras no bastan, es la acción repetida la que comunica mejor. Repetir es recordar, por lo que los rituales y las tradiciones traen mensajes y significado.
Pero si te lo advertí mil veces, solía decirnos la abuela cuando cometíamos una tontería. Lo cierto es que recuerdo más esa inútil frase que la advertencia misma. Es más, estoy segura que en muchas ocasiones nunca me había advertido nada o casi nunca. No dudo que hubiese sido de gran valor para mí el que me advirtiera de cierto peligro o que me repitiera mil veces el valor de cierta virtud. Lo malo es que no lo hizo así. Quizá lo pensaba pero en la realidad no me lo decía.
Como padres, muchas veces tenemos cosas que decir a nuestros hijos, lecciones que enseñar, valores que comunicar y que en la mayoría de las ocasiones no lo hacemos del todo bien. Se nos olvida. Nos fallan las palabras. El día a día nos distrae. Queremos hijos sanos, pero entre tantas tareas se nos van de las manos algunos temas importantes para su crecimiento.
Las ceremonias, las tradiciones y los rituales nos facilitan la posibilidad de regalarles mensajes valiosos. Podemos distraernos, podemos no tener las palabras exactas, pero gracias a la rutina y a los rituales logramos plantar semillas valiosas. Y es que las acciones que los propios hijos realizan –al ser protagonistas- dentro de las ceremonias, o los ritos de paso, les permite sentirse valiosos y entender en primera persona la razón detrás de estos actos.
Repetir es recordar
Los recuerdos provocan emoción, y la emoción genera conducta. Y para generar recuerdo a flor de piel, es decir recuerdos que sirvan para moldear la vida cotidiana, nada mejor que la repetición del mensaje. Cuando los hijos participan en las actividades, ellos mismo hacen suyo el significado. Cerrar los ojos, pensar en un deseo, y abrirlos para apagar las velas sobre el pastel es una acción que sirve para motivarnos a hacer realidad aquello que deseamos. Recuerda que los rituales y las tradiciones traen mensajes.