He platicado muchas veces acerca del amor, el amor a otros, romántico, fraterno, al mundo y demás. Que si nos enamoramos o amamos, si es real o no, o que si los otros piensan que uno enloqueció cuando se cree arrasado por el amor. Lo que dicen unos y lo que dicen otros no importa, el amor se vive de manera personal, lo sea o no lo sea. Es decir nadie puede juzgar sin estar en los zapatos del interesado o interesados.
La reflexión no es cómo nos enamoramos ni la intención de definirlo, o si está bien jurar amor eterno a la semana de conocerse o bien vivir el momento tan intensa y rápidamente que resulte ser una maravillosa llamarada de petate. Mientras más rápido se digan te amo más rápido se dirán te odio, sin presagiar o con actitud negativa es sólo lo que seguido se ve, sin embargo lo volvemos a hacer o como quien dice, volvemos caer.
Por qué con los años dejamos llevarnos por esa locura como cuando teníamos 15 años que a los 2 días de conocer a alguien uno sentía que quería pasar el resto de la vida con esa persona. Dicen que con los años uno ya no se cuece al primer hervor y hay razón en ello, la experiencia de relaciones pasadas, dolores en el corazón o la simple flojera de ilusionarse y desilusionarse pienso que nos pueden llevar a la rigidez.
Habrá quien tenga siempre con quien salir o un sinfín de oportunidades de conocer a personas o también los hay emparejados recalcitrantes, pero lo que es una realidad es que cuando te llega una oportunidad de volver a sentirte adolescente de nuevo, ¿por qué no tomarla? Decir cosas, dejarse llevar por la sin razón, que según la lógica y las estadísticas mientras más años, menos de eso. Tampoco estoy diciendo que sólo porque llega alguien a nuestra vida que se nos empareje en la locura vamos a perder la cabeza, pero el simple hecho de estar dispuestos a vivirlo nos puede presentar un sinfín de posibilidades.
Claro que todo debe ir de acuerdo a las prioridades y objetivos que se tengan en la vida, hay quienes incluso hacen un plan estratégico para agarrar marido, otros conservadores que se guardan para la o el indicado (que no sé cómo lo van a encontrar guardados) y algunos otros que creen que con quien están es el bueno o la buena, pero cada semestre traen uno nuevo.
Lo que es cierto es que la sensación que provoca cuando treparse al tren del amor sin freno y sin rumbo, no lo da ninguna droga, ningún ejercicio, comida, ni Dios Padre.
Es sólo una reflexión, un pensamiento, un sentimiento.
Regina Kuri.