Nadie nos enseña a ser padres, a ser hijos; con el día a día, de las experiencias vamos aprendiendo, tomando aquello que nos sirvió, dejando fuera lo que no nos dio buenos resultados, y caminando de la mano de nuestros pequeños la maravillosa senda de la vida.
Sé que todo no es color rosa pastel; este coincidir está repleto de colores; la familia es un arco iris en el que debemos dejarnos sorprender; y aventurarnos a darle pinceladas pasteles a esos momentos en que el cielo oscurece su rostro.
¿Cómo hacerlo? Debe ser la pregunta que atraviesa tu mente como una flecha rauda. Creo que una de las formas más viables es aprender a ser proactivo y no reaccionario. Es aprender a comprender que ese niño o niña a quién educamos son hombres y mujeres de mañana; que con nuestras actitudes creamos sus mundos futuros.
¿Cuántas veces has llegado enojada del trabajo, fastidiada por el tráfico, y proyectas tu mal humor en tus hijos? Sé que no vas a levantar la mano orgullosamente, pero descubre que observarlo te acercará a la posibilidad de transformarlo.
Piensa, ¿por qué descargar mis frustraciones en ellos? ¿Qué les enseño para su vida del mañana? ¿Esta es la relación que quiero para mi vida? ¿Es la relación que deseo que en el futuro ellos tengan con sus hijos?
Recuerda que todo lo que hoy sembramos, será la cosecha del futuro de nuestros hijos; los grandes dramas que tenemos como adultos, fueron engendrados en los primeros años de nuestra vida.
Un niño frente al mundo es un chícharo frente a un monstruo, pues tienen escasas herramientas para enfrentar al mundo.
A nuestra edad tal vez olvidamos que fuimos niños, renegamos cuando se portan mal, cuando lloran, o entran en sus crisis caprichosas. Pero, acaso ¿tú, yo y el otro no hacíamos cosas similares?
Los berrinches son formas de expresar lo que sienten; antes de la reacción, pregúntales: “¿Qué sucede?”
Aunque parezcan peluchitos llenos de caprichos y juegos, son individuos, nuestro presente y nuestro futuro. Nuestros alumnos y nuestros maestros.
Todos pertenecemos al mismo lugar, la tierra es nuestro hogar. Sembremos sonrisas y abrazos; renunciemos a la violencia, elijamos colores, palabras dulces y amor.
Escrito por: Chuchi González