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Elisa sólo quiere dormir

Escrito por: Angelina Zamudio

C

uánto deseaba Elisa dormirse y despertar cuando todo hubiera pasado, cuando las cosas se hubieran arreglado y su vida volviera a ser como era antes: casi color de rosa. Porque en estos momentos lucía deslavada y opaca. No quería vivir la vida de ahora, esa vida que nunca estuvo en sus planes. ¡Era una pesadilla! Por más que quisiera encontrarle sentido.

¿Dónde se había perdido, cuándo había dejado que las cosas se fueran de sus manos, cuándo perdió el control? ¿Cómo no se pudo dar cuenta a tiempo?
Sentía que no merecía vivir todo esto. A veces se preguntaba qué pecado tenía que pagar, porque se sentía castigada.
Se veía como la protagonista de una novela barata, sin saber qué final tendría, siendo que antes ella misma la había escrito a su manera y hasta tenía preparados dos o tres finales, siempre felices.

Lloraba y se revolcaba; luego volvía a tomar fuerzas y se levantaba. Intentaba poner amor, pero a veces tenía demasiado poco en su canasta. Tomaba entonces su álbum familiar, veía y reveía las fotos de las fiestas infantiles de sus hijos ¡Qué seguridad en la vida en ese entonces! Todos tan felices, tan unidos ¿Por qué las cosas se decomponían tan pronto y tardaban tanto en recomponerse?
Qué dolor tan grande, qué pérdida tan irreparable... ¿cómo sería su futuro? ¿Qué pasaría con sus sueños y proyectos? ¿Era acaso que no eran para ella?Lo que en realidad necesitaba era despertar, despertar a la vida Entonces, ¿qué les diría a sus hijos sobre conseguir lo que uno desea en la vida?
Era demasiado dolor para poder cargar con él.
Lloraba por dentro y por fuera; tenía que sacar todo el cochambre que había en su corazón, para poder volverlo a llenar de alegría, pero ¿hasta cuándo se limpiaría?
La llegada de la tarde era su mejor momento, porque el día estaba por llegar a su fin. Otra pesadilla más que había terminado. Otro día menos en esa situación. Los niños se iban a la cama ¡y ella también! Dormir era maravilloso, le permitía huir de la realidad....aunque pensándolo bien, siempre había sido una evasora. Siempre había querido escaparse, aún cuando las cosas eran mejores.

De vez en cuando agarraba la esperanza y se aferraba a ella hasta lograr sonreír levemente y sentir que todo se solucionaba; otras veces, tiraba esa tímida esperanza como trapo viejo en el cesto de la ropa sucia.
Había días en que amanecía platicando con Dios y otros en los que no quería saber nada de él porque sentía que la había abandonado. Era un subir y bajar de estados de ánimo. De sentir lástima por ella misma; de culparse y de sentirse la mujer más tonta del mundo. También había destellos de soluciones y de fe, que la hacían sentirse casi feliz.
¿Cuándo amanecería? ¿Cuándo se despertaría y sentiría que su vida volvía a estar firme y segura? No sabía cuándo, por eso mejor optaba por volverse a dormir.
De lo que no se había dado cuenta Elisa, es que lo que en realidad necesitaba era despertar, despertar a la vida.

Escrito por: Angelina Zamudio

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