Escrito por: Revista SuperMujer
Cuando las grandes religiones orientales hablan de la fe, pensamos más en la creencia irracional y dogmática de ciertas verdades incomprensibles, reveladas por un ser superior, y menos en la convicción de lo que cada uno puede hacer en su expansión personal, emocional, social y profesional. Pero lo cierto es que la fe - incluso en su sentido religioso - es la firme convicción de que podemos fijarnos metas cada vez más altas y alcanzarlas.
La fe en una misma es lo contrario a la inseguridad, el temor, la sensación de impotencia e incapacidad frente a los retos con los que a diario nos sorprende la vida. Aquí cuentan los rasgos personales con los que ya nacemos, y la educación recibida durante la niñez y la adolescencia.
Los niños nacen con sus propias peculiaridades, y su concepción de la vida es como un papel en blanco. Creen absolutamente en todo lo que le dicen los adultos, en particular aquellos con quienes crece y en quienes confía, desde Santa Claus y los Reyes Magos, hasta las explicaciones científicas sobre diversos fenómenos de la naturaleza.
Igualmente, sus parámetros sobre lo que es y/o será capaz de realizar, empiezan a forjarse como un aprendizaje en su entorno familiar. Los padres pueden ayudarle al niño a expandirlos limites o a restringirlos y a partir de los cuales se atreverá o no a buscar y alcanzar sus propias metas, anhelos, desarrollo profesional, interacción social y crecimiento emocional. Esos límites serán flexibilizados y modificados conforme vaya creciendo, pero los alcances personales serán más difíciles entre más restringidas sean las conductas que “heredó” de su educación familiar y escolar.
A los padres les toca buscar el equilibrio entre la prudencia y dejar que los hijos tomen riesgos, descubran sus inquietudes, para confiar en su capacidad de lograr el éxito personal, social, profesional y emocional.- Rama Singh
Escrito por: Equipo SuperMujer