Bienestar

Grandiosa mujer

grandiosa-mujerHemos ganado muchos espacios. Logrado muchas metas. Sin embargo, creo que hoy nos compete trabajar con mayor ímpetu en nosotras mismas. En mirar hacía adentro, y preguntarnos ¿Qué quiero para mi vida? ¿Hacía dónde voy? ¿Dónde quiero llegar?, iniciar un diálogo interno y tomarnos el tiempo necesario para escucharnos. ¿Cuánto tiempo hace que no escuchas tu voz interior? ¿Cuánto tiempo hace que no te conectas con tu ser? La vida nos impone atender demasiadas urgencias, estar disponibles para las necesidades de los otros: la pareja, los hijos, los padres, el trabajo, ¿y las nuestras?, ¿las auténticas necesidades del alma?, postergamos. Dejamos para mañana lo que “es importante” y hacemos “lo urgente”, y olvidamos poco a poco, lo que nos sustenta y sostiene.

 

Porque en aras de ser lo que se nos impone, “buenas hijas”, “buenas novias”, “buenas esposas”, “buenas madres”, “buenas profesionistas”, “buenas personas”, dejamos de ser quienes somos; y esa elección por ser “aprobadas y amadas” tiene un gran coste emocional: nuestro olvido. La desconexión con nuestro interior. Y nos volvemos desconocidas frente a nuestros ojos, comenzamos a dudar de nosotras mismas, y aceptamos como verdades absolutas los juicios ajenos. ¿Quién eres? ¿Lo que piensas o lo que los demás dicen de ti?

 

Vivimos con numerosas pretensiones; la pretensión de gustarles a todos, la pretensión de ser queridas por todos, la pretensión de ser aceptadas por todos. Demasiadas pretensiones que nos aíslan de nuestro poder personal.
Sin ser concientes de nuestras acciones vivimos hacía afuera, hacía el exterior. Damos crédito a lo que carece de crédito, y restamos a lo que deberíamos sumar: nuestra experiencia.

Adentradas en la insatisfacción de ser y estar en lugares estratégicos pero no sanamente elegidos, envejece nuestro corazón, los sueños, los proyectos, las ganas. Nos marchitamos, abandonamos metas, desandamos caminos, y nos quedamos inmóviles. Y todo ¿Para qué? ¿Para ganar dos o tres te quiero extras? ¿Un reconocimiento? ¿Una caricia? ¿Una compañía?
¿No crees que es demasiada exigencia ser alguien diferente a ti? ¿No crees que es desgastante alejarte de tus necesidades y aparentar que todo está bien? ¿No crees que mereces elaborar tus propios proyectos personales? ¿Tener tus ideales, tus gustos, tus deseos?

Para ser feliz, no se necesita demasiado. Sin embargo es más fácil de lo que crees. Ser feliz es tenerlo todo. Y ese todo implica verte como un ser total, íntegro, que comparte en su existencia virtudes y errores, y que de ambos costales puede aprender. Ser feliz, es reconocerte cada día que tú eres una mujer maravillosa porque puedes contemplar en ti, tus luces y tus sombras; y que ninguna de tus partes te dan miedo; que las vivencias para crecer y desarrollarte como un gran, único y perfecto ser humano.

Comienza a mirar por ti, para luego entregarte a los demás. La única forma de dar, es generando en tu intimidad emocional amor propio.

El amor que diriges hacía los otros, es el que fluye en ti. Si en ti vibra el miedo y las emociones tóxicas; tarde o temprano, sólo tendrás para dar eso; aun cuando te empeñes en ofrecer amor. Tú das de lo que estás hecho.

 

Chuchi González.

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