Por: Sandra Niesvizky
Es necesario considerar la importancia de la experiencia intersubjetiva de las mujeres con trastornos de alimentación. La razón de este trabajo está puesta en la “mujer de carne y hueso, la que nace, sufre y muere”.
La historia que leerán a continuación fue revelada en los diferentes grupos en los que he trabajado. La historia es textual, son ellas las que se atreven a compartir sus experiencias… gracias por su confianza.
Soy Oti… Siempre he estado muy unida a mi hermana la mayor. Ella fue siempre el ejemplo a seguir, sin embargo hemos sido muy diferentes. Ella en su infancia siempre fue esbelta. Yo comencé a subir de peso en sexto año.
A mi mamá yo la conocí siempre "gordita"… "muy gordita" y nos contaba que ella fue muy esbelta en su juventud y nos metió en la cabeza que deberíamos pensar (a manera de fantasía o superstición o sugestión) que cuando fuéramos grandes estaríamos gordas para que en la realidad estar flacas, ya que ella se imaginó estar flaca y le pasó lo contrario. De ahí yo me obsesioné y pensaba en estar gorda para en la realidad estar flaca y me sucedió todo lo contrario, cada vez me ponía más gorda y sobre todo subía de peso en las vacaciones.
Siempre fui tímida, casi no hablaba con nadie y con el sobrepeso me volví más retraída, no tenía amigos o amigas. En primaria sólo me juntaba con una niña y en la secundaría fue lo mismo. De ahí en fuera yo me aislaba
A mis 25 años, mi adolescencia no la recuerdo tan cruel, pero hubo un momento en que dije: lo peor que me pudo pasar en la vida fue haber vivido la secundaria; esa etapa fue horrible para mí porque yo vivía frustrada viendo las cinturas tan diminutas de las otras compañeras y las comparaba con la mía y llegaba a la conclusión de que la mía era el doble o el triple de la de ellas.
A la par de esto, mi hermana que sólo me lleva un año y medio de diferencia, comenzó a desarrollarse muy rápidamente. Ella si era esbelta, con muy bonita figura, sus piernas y su cadera bien moldeadas. Ella era lo que yo quería ser, tener amigos y sobre todo novio.
Mi cuerpo y el no tener novio fueron mis dos grandes frustraciones, al grado de que yo lloraba e imploraba que alguien se fijara en mí y me imaginaba solterona… y fea… y gorda… y vieja.
Esto mismo me dañaba y me encerraba en mí misma y recurría a la fantasía. Era un escape para mí, ahí era yo una chica guapa, esbelta, ágil bonita y con muchos pretendientes. Sobre todo lo que más resaltaba de esa fantasía era el ser ágil y con muchos pretendientes… yo podía hacer todo y tener todo y pues obviamente al menos por un rato se mitigaba mi malestar aunque volver a la realidad me sumergía más en mí.
Al estar en bachillerato seguí cargando el malestar del sobrepeso pero me sentía menos agredida dado que estaba con puras mujeres, pero me sentía menos porque ellas hablaban de novio y yo no tenía y pensaba que nadie se fijaba en mí porque estaba gorda.
La primera vez que hice ejercicio fue cuando iba a pasar a 3º de secundaria. Iba al deportivo a caminar, pero más bien era juego y logré bajar de peso sin esperarlo, me sentía bien. Dejé de ir porque se terminaron las vacaciones.
Nuevamente en 3º de bachillerato empecé a ir a aerobics y lo hice por 3 años continuos. Bajé mucho de peso y todo el mundo se admiraba de mí y de la constancia del ejercicio. Me volví compulsiva con el ejercicio, yo me sentía excelente porque comenzaba a gustarme yo misma y por primera vez vi la línea de mi cintura. Después ingresé a estudiar danza regional y entre la danza y los aerobics se deterioraron mis rodillas, me dolían mucho, nunca fui al doctor y me tuve que salir de los aerobics ya que era un suplicio hasta caminar.
Mi madre se oponía a todo esto de que fuera a aerobics y danza, lo hice en contra de su voluntad. Sólo continué con la danza, pero no era suficiente para continuar bajando de peso. Yo ya tenía mi primer novio para esta fecha, era un tipo obeso que me llevaba 10 años y que ahora detesto. Él me pagó un tratamiento para que bajara de peso en el cual tenía que ingerir fármacos. Todo el tratamiento tuvo efecto, porque bajé de peso y era cuando más me agradaba mi figura, pero casi al final del tratamiento él me violó por vía anal. En ese momento yo no lo asumí como tal porque a la fecha yo no lo recuerdo bien, algo me dio. No concebía que entre parejas hubiera estas agresiones, sin embargo los hechos coinciden en que en esa fecha se me destapa una bulimia impresionante.
Yo comía de todo, en exceso y a cada rato y a la par tomaba pastillas de diferentes marcas para bajar de peso, tomaba jugos naturales y también me laxaba y hacía ejercicio en exceso. ¡Lo único que yo no quería era subir de peso!
A la fecha no sé que sería si el hecho de haber sido agredida sexualmente o el efecto de la dieta con fármacos, pero lo último que yo no quería era volver a estar gorda. Quería ser muy atractiva y tener muchos amantes.
Comencé a salir con otro chico al que yo veía inalcanzable. Me parecía increíble que él se fijara en mí. Con el tiempo fui entendiendo que me estaba haciendo mucho daño al ingerir medicamentos autorecetados, porque una vez compré unas cápsulas que me provocaron mucho malestar en los intestinos. Al principio y a pesar del daño me aferré a ellas; luego no las aguanté, eran pesadísimas.
Esta crisis ha sido la más pesada. Fue aproximadamente entre los 20 y 21 años. Ahora tengo 25 y durante este tiempo ya no tomo medicamento porque siento que me va a hacer daño o que me va a dar cáncer. Sin embargo no acepto todavía mi figura llenita, creo que ya no es tanto bulimia pero como compulsivamente… hay temporadas en que todo está bien pero hay otras en las que me atormento y me recrimino ¿porqué no te pones a dieta? Y pienso que ha pasado mucho tiempo y yo no hago nada por mi cuerpo.
He tomado el gusto por viajar en bicicleta, me siento bien, pero quisiera agarrar la bici como una forma de hacer ejercicio compulsivo. Tengo muchas ganas de recuperarme…
“… la realidad que importa es la que las personas perciben como importante.” Taylor, S. J., Bogdan, R.