Siempre te he dicho que todo sucede en el momento justo, ni antes, ni después. Podría pensarse que esto lo aplico a nuestra conveniencia, pero no es así. Lo he aprendido a través de la vida y de los años. Ese aprendizaje me hizo reconocerte. Y digo reconocerte porque sé que ya te conocía
Estoy segura que en algún momento, de alguna vida, pudimos conocer lo que nos tiene unidos ahora, en este tiempo, en nuestro espacio. Apareciste en mi espacio, aunque las reglas dicten que ya no es nuestro tiempo. Y aún con esas reglas que limitan nuestro tiempo, nos dejamos llevar por el amor, viviendo cada entrega con el alma y sin límites. No ha sido fácil caminar con la realidad a cuestas y el tiempo en contra, pero los motivos para seguir son más grandes que el destiempo. Para mí lo son, aunque en ocasiones me pregunto si para ti también.
El tiempo pasa, el amor crece, la conexión se afianza… De un momento a otro, la situación cambia, la mente se bloquea, la duda llega… Los sentimientos y deseos quedan en el limbo, a la espera de una mínima señal que no aparece… ¿Cómo saber hasta qué momento es sensato esperar sin respuesta? ¿Cómo saber decir “ha sido suficiente”, cuando sientes que el amor se desborda de tu ser? ¿Cómo decir adiós sosteniendo la mirada y sin que se desgarre el alma? Aún no tengo las respuestas, o tal vez las tengo y no quiero hacer uso de ellas… Hasta que duela menos… Hasta que ya no duela… Hasta que tú te atrevas…
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