Aunque no nos demos cuenta, el entorno en que nos desenvolvemos juega un papel importante en cómo nos sentimos. Una casa limpia, una oficina ordenada y tener cada cosa en su lugar, no sólo hablan de nosotros o nuestra organización, sino que influyen en cómo nos sentimos.
A veces no notamos todo aquello que puede tener impacto en nuestras emociones, pero lo cierto es que un espacio agradable y bien cuidado puede hacer maravillas por nuestra salud física y emocional.
Cuando estamos en medio del caos y el desorden, cuesta organizarnos; nos sentimos desorientados, estresados, ansiosos, indecisos e incluso apáticos. Es un flujo que va en ambos sentidos, nuestro ambiente refleja cómo nos sentimos por dentro y al mismo tiempo, ese desorden nos provoca un malestar. Lo cierto es que a menudo ese desorden tiene que ver con conflictos internos, pues de alguna forma manifestamos eso que nos molesta, en aquello que nos rodea.
Tener un ambiente más limpio y ordenado puede ayudarnos a sentir mejor. No se trata de convertirnos en maniáticos de la limpieza, con rigidez en la forma en que deberían estar las cosas; se trata simplemente de liberarnos del exceso para facilitar la vida.