La escuela, la familia y la cultura dan forma a la inteligencia
Cada cumpleaños era lo mismo. Mamá, di a mis amigas que voy a cumplir siete no seis. Mamá, di a mis amigas que voy a cumplir ocho no siete. No recuerdo bien hasta cuándo tuvimos que ser cómplices mi hija y yo pero creo que fue algo que pretendimos hasta bien entrada la adolescencia. En una ocasión fui a hablar del tema con la maestra y le pedí un consejo. ¿Debería retrasar un año a mi hija? La respuesta contundente fue no. Que ella era muy inteligente y que no tenía problema académico alguno. Así que no hice más caso y dejé que siguiera su curso.
Escuela adecuada
A través de los años y platicando con otras mamás me he dado cuenta de la importancia de ingresar a los hijos a la escuela justo a la edad correcta. Ni antes ni después. Lo malo es que muchas veces como mamás estamos desesperadas por los gritos de los pequeños demonios y nos urge llevarlos a la escuela. O bien pensamos que entre más pronto comiencen su escuela mejor para ellos. Pero lo cierto es que un año de diferencia, cuando son tan pequeños es una enorme diferencia. Se podría alegar que la diferencia entre una niña de cuatro y una de cinco es como una de cuarenta y otra de cincuenta. Dos mundos diferentes.
¿Cola de león?
Quizá mi pequeña sabía sumar al igual que sus compañeras, quizá podía leer y comprender de manera similar a las demás, pero su constante preocupación por tener o parecer de la misma edad que el resto del grupo significaba algo mayor para ella. No se trataba pues de su capacidad académica. A ella le preocupaba otra cosa. Y ello se reflejaba en sus emociones. ¿Se sentiría incapaz? ¿Sentiría que no pertenecía al grupo? ¿Cuánto tiempo le habrían acechado estas dudas?
El medio importa
Lo cierto es que toda sociedad impone reglas que afectan el crecimiento de las personas. Estudios recientes confirman que el éxito y la inteligencia no son algo exclusivo a buenas decisiones ni la inteligencia se hereda por los genes. En buena medida, la cultura donde nos movemos afecta nuestro crecimiento. El sistema escolar tiene efectos graves. Hay niños con 11 o 12 meses de diferencia en un mismo salón escolar. No tienen la misma madurez. Física y emocionalmente son dispares. Y ello necesariamente les afecta, más a una temprana edad.
Inteligencia maleable
Durante buena parte del siglo pasado, se pensaba que la inteligencia, medida ésta por el IQ, era algo que se heredaba. Que muy poco se podía hacer para mejorarla. Estudios recientes demuestran lo contrario; Apuntan a que el ambiente afecta en buena medida al intelecto. Para bien o para mal. Por ejemplo, en Francia estudiaron a niños sin padres que fueron adoptados en hogares pobres o que eran adoptados en hogares de nivel económico medio y alto. Quienes fueron criados en las casas de mayor ingreso obtuvieron IQ de alrededor de 110 mientras que los hermanos criados en un ambiente más humilde lograron un nivel de 95 puntos de coeficiente intelectual.
Se puede incrementar
Se dice que una mayor inteligencia genera mayor éxito en la vida pues se es más capaz de entender la realidad, de prevenir problemas, de planear mejor a futuro. Richard E. Nisbett, profesor de la Universidad de Michigan, afirma que la inteligencia no es algo que se hereda sino que en mayor medida se adquiere y se acrecienta bajo ciertas circunstancias. Nisbett, autor del libro “Intelligence and how to get it”, ha estudiado varios casos donde llega a la conclusión de que las escuelas y la cultura, tanto familiar como social, son vitales en la creación de la inteligencia.
Actividad
Además de los casos donde se pueden comparar a hermanos que crecen en ambientes diferentes y se muestra que la inteligencia crece cuando hay escuelas y ambientes familiares donde se premia el desarrollo, también se ha demostrado que los exámenes de IQ muestran un crecimiento mundial sostenido durante los últimos noventa años. Crecimiento que se ha dado incluso en niños con pobre alimentación. En el verano, cuando los niños están de vacaciones, los resultados de los exámenes que miden la inteligencia muestran una clara baja. De ahí que se recomienda a los niños estar activos, ya sea leyendo o en programas educativos que mantengan en forma su intelecto.
Motivación
En otro experimento, unos científicos hablaron con adolescentes de escuelas de zonas marginadas, les explicaron que su inteligencia era maleable, que el cerebro creaba nuevas conexiones cada día y que por lo tanto no era algo genético. Hubo otro grupo de control a los que no se les informó nada. Al poco tiempo notaron que los adolescentes de bajos recursos se empañaban en obtener mejores calificaciones y al pasar de unos años su intelecto ya mostraba una mejoría notable en comparación con el grupo de control. Niñas que pensaban no tener habilidad alguna en matemáticas comenzaron a ser brillantes en la materia.
Herencia cultural
Si queremos crecer el intelecto de nuestros hijos y el de nosotras mismas, lo primero es creer que es posible. Motivar y motivarnos. Por supuesto que un buen primer paso es hacer ejercicio, llevar más oxígeno al cerebro. Luego hay que rodearnos de personas que estimulen el pensamiento. Leer. Escribir. Utilizar programas de computadora para realizar ejercicios cerebrales. Apreciar los logros académicos de otros y de nosotras mismas. En familia, realizar juegos de palabras, como también juegos electrónicos. Hacer de la creatividad un hábito.