Cuando vemos una pareja en la que uno de los dos integrantes es más joven que el otro, no podemos evitar sentir curiosidad. Nos preguntamos por qué están juntos, y con frecuencia los juzgamos, cuestionando los intereses que les han podido llevar a estar juntos. Nos resistimos a creer que exista realmente amor.
Esto no tiene por qué ser así, aunque es innegable que la diferencia de edad conlleva algunos conflictos vinculados a factores sociales, familiares y físicos.
Uno de estos problemas puede ser los celos por parte del miembro mayor de la pareja, ya que suele temer la presencia de rivales más jóvenes y atractivos que amenacen con arrebatarle su posición. Hay que tener en cuenta también que los ambientes y amistades que ambos frecuentan son seguramente muy distintos, lo que puede crear incomodidades. El posible rechazo de los familiares también es un factor que juega en contra de este tipo de relaciones, y las incompatibilidades en el plano sexual suponen un gran inconveniente.
Cabe preguntarse hasta qué punto es relevante la cuestión de quién es el mayor de la relación, el hombre o la mujer. Lo más común es que el varón sea mayor, hecho que puede atribuirse al machismo. En general, se juzga severamente a la mujer que se interesa por un hombre más joven, mientras que, si la situación es al revés, la posición del varón es comprendida y aceptada.
Podemos concluir que la diferencia de edad en una relación amorosa puede plantear dificultades para sus protagonistas, pero no supone necesariamente un obstáculo insalvable. Un esfuerzo por parte de cada uno y una mayor flexibilidad y consideración hacia el otro pueden hacer que la pareja viva su relación de forma natural y satisfactoria.
Por: Raquel.