Tere Bermea es conductora, conferencista y da sesiones de coaching para mujeres que desean reinventarse. Se describe como una mujer enamorada de la vida y la naturaleza. Se abre para las lectoras de Confesiones de Sofía para que otras mujeres, como ella, puedan sanar los pendientes que tengan en su vida e integrar las partes oscuras con la luz.
¿Cuál es para ti el estado ideal de la mujer?
No me gusta la palabra ideal, nosotras las mujeres hemos buscado ideales mucho tiempo. ¿El ideal según quién? Eso es algo que deciden otros ajenos a mí, los medios de comunicación, otras personas. La idealización es lo que nos tiene a las mujeres enfermas, angustiadas, solas. Por eso no uso esa palabra en mi vocabulario.
¿Cómo describirías a la mujer mexicana?
Tampoco me gusta hablar de “la mujer” porque no son todas una sola. Yo hablo de “las mujeres” porque le quiero dar visibilidad a todas las mujeres, porque no es lo mismo la mujer de la ciudad que trabaja, estudió una carrera, que la mujer que vive en un pueblo de Chiapas. No hay una sola mujer, pero hay tres retos, tres rubros que nos unen a todas que son la educación, el trabajo y la salud.
¿Qué te ha dejado en lo personal el trabajar con las mujeres?
Pues uno enseña lo que tiene que aprender. Mi trabajo con las mujeres me ha dado la oportunidad de estudiarme a mí misma, de reconocerme, de sanar lo que no veía en mí, conocer el amor, la compasión, el entusiasmo, la solidaridad. En esta hermandad que somos tratamos de sanar todo lo femenino, de llenar todos los huecos.
¿Crees que es posible la igualdad de género?
Bueno yo en cada espacio al que voy hablo no de igualdad sino de equidad de género. Estamos creando la equidad de género que es la igualdad de oportunidades desde las diferencias. Yo mujer reconozco al diferente, en este caso los hombres. Nosotras las mujeres necesitamos igualdad a partir de las diferencias, pero no somos iguales.
¿Qué consideras hace falta hacer en materia de equidad de género?
Primero necesitamos actualizar el lenguaje, entender las cosas no visibles, aterrizar en acciones específicas en lo social, lo político, lo legislativo, siempre tomando en cuenta que no somos iguales, pero que debemos tener las mismas oportunidades. Estas acciones deben ser vistas desde la perspectiva de género, preguntarle a las mujeres, utilizar este tipo de enfoque.
¿Qué les dirías a las mujeres que ahora están sufriendo o viendo sus derechos violados?
Primero tienen que reconocerse precisamente como portadoras de derechos. Que no se consideren víctimas sino sobrevivientes. Sí, pasé una etapa muy difícil, por una situación de dolor, pero ahora estoy sanando, soy una sobreviviente. Después, es importante buscar ayuda para la sanación, para encontrar el poder interior. Nosotras las mujeres hemos salido a conquistar el mundo exterior sin conquistar primero el interior. A nosotras las mujeres nos temen porque somos muy poderosas, les da miedo el poder interior que tenemos. Por esto han utilizado la culpa, la manipulación, nos dicen el sexo débil, para que no encontremos ese poder.
¿Qué te gustaría decirles a las niñas que pronto se convertirán en mujeres?
Más que con las niñas, yo quisiera hablar con sus mamás. Si esas mamás no se están reconociendo con su cuerpo, no están empoderadas, las niñas aprenden eso mismo. Cuando doy pláticas hago un ejercicio. Pido que levanten la mano las que tienen pareja y las que tienen hijas. Si pregunto quienes quisieran que sus hijas tuvieran una pareja como las suya, nunca se levantan todas las manos. Nosotras las mujeres aprendemos a elegir pareja, a ser exitosas, a tener autoestima de lo que vemos en nuestra madre. Si una madre no está bien consigo misma, por mucho que le digas tú a las niñas, ellas llegarán a enojarse con lo femenino y tampoco estarán bien ellas.