Mariana se había convertido en la amante de Ernesto, ella estaba divorciada, y poco a poco se fueron involucrando y cuando menos se dieron cuenta ya eran amantes. Mariana, una exitosa profesionista en arquitectura, se sentia muy contenta, su ex-esposo la había abandonado por "la otra", lo curioso es que ahora ella era "la otra". Ernesto era honesto y nunca le habló de dejar a su esposa.
- Mariana me gusta tanto estar a tu lado, me llenas tanto-
- Y tu a mí Ernesto- dijo Mariana
Ernesto suspira y dice
- Cómo me gustaría que las cosas fueran diferentes-
- A mi también-
- Quiero que estés consiente de que no me voy a divorciar, mis hijos me necesitan mucho y su mama no les tiene mucha paciencia.-
A ambos les gustaba mucho la naturaleza y compartían el gusto por el ciclismo, los fines de semana salían temprano a algún lugar cerca de la ciudad y lo hacían. La realidad es que cada vez se sentían mas identificados.
Y así pasó un año, 2 años, 3 años, 4 años, 5 años, hasta que una navidad cuando regresaba él con su familia, su esposa una mujer guapa entrada en sus cuarentas, lo llamó:
- Ernesto, tengo que hablar contigo-
- Ya es noche Elena, dejémoslo para mañana ¿no?- le contestó Ernesto
- No, es preciso que hablemos ahora.-
Él decide escucharla y se sienta en la sala.
- Dime de qué deseas hablar-
Comenzó Elena - Ya hace tiempo que te noto raro-
- Son cosas de la oficina- dijo Ernesto
- Tal vez, pero no te culpo, creo que los dos hemos cambiado, y no veo el punto para que sigamos adelante.
- ¿Y los niños? Preguntó él.
Y ella el contestó -Ellos estarán mejor con unos padres divorciados, que con unos padres que apenas y se toleran, quiero el divorcio.
Ernesto queda sorprendido, nunca imaginó que ella fuera precisamente a proponérselo, siendo una mujer tan dependiente ¿cómo se sostendría?
- Mejor hablamos después de ello, en otra ocasión- le comentó Ernesto.
- Bueno esa es mi decisión y no pienso cambiar de idea.- dijo ella.
Lo que Ernesto nunca imagino y se vino a enterar hasta después de divorciado es que ella andaba con un amigo suyo muy pero muy rico, el cual le dió a ella todos los lujos que ella hubiera imaginado, y se casaron.
Mientras, Ernesto continuó con su pareja, sin embargo habían pasado varios años y todavía no se casaba con Mariana.
Al pensar en lo anterior, podemos ver que un hombre puede hacer lo que quiera, pero que no se lo hagan a él ya que queda herido su propio orgullo. En la actualidad existe un alto índice de mujeres casadas que engañan al esposo y éste también.
Entonces aprendamos a no subestimar a nuestra pareja, porque podemos convertirnos en el juego de nuestros propios juegos.
Perla Arbide