Todos hemos escuchado como el estrés, la angustia, el enojo y el miedo afectan a nuestro organismo, preparándolo para huir o pelear y teniendo reacciones fisiológicas como la sudoración, elevación en el ritmo cardiaco, dilatación de las pupilas, baja en el azúcar, entre otras. De la misma manera, está comprobado que las emociones “positivas” o placenteras también tienen repercusión en el organismo.
Muchas de estas reacciones fisiológicas son difíciles de medir pues las emociones positivas tienden a ser más sutiles. Sin embargo, recientemente se ha comprobado que existe una relación causal entre el tono vagal cardiaco, una medida que observa la variabilidad del ritmo cardiaco asociado con los patrones de respiración y que refleja el funcionamiento del nervio vago.
Barbara Fredrickson, investigadora de la Universidad de North Carolina en Chapel Hill, ha investigado la relación de las emociones positivas y su impacto en el bienestar de las personas y en sus múltiples estudios destaca la importancia de traer a nuestras vidas emociones placenteras para contrarrestar el efecto de las emociones “negativas” (todas las emociones en su funcionamientos tienen una razón de ser, pero unas son más placenteras que otras, en lugar de emociones negativas podemos usar el término de emociones incómodas) y sobre todo para elevar a planos mucho más elevados la existencia humana.
Fredrickson mencionó en su cátedra en Lisbona, que así como cuando nos enfermamos el cuerpo nos demanda descanso, es importante analizar la biología de los comportamientos saludables. Fredrickson habla de la importancia de darnos cuenta acerca del placer que nos producen ciertas actividades pues mientras más conscientes estemos de las actividades que disfrutamos, será más probable que las adoptemos como un hábito de vida. “Las emociones positivas amplían comportamientos sanos y se pueden cultivar para crear adicciones saludables”.
Está comprobado que para establecer un nuevo hábito es mucho más efectivo lograrlo si nos proponemos obtener algo que deseamos en lugar de evitar algo que no nos gusta. Aquí radica el poder consciente de utilizar las emociones positivas como una herramienta y un detonador para el cambio positivo.
Fuentes:
[1] Fredrickson, B. L. (2013). Positive emotions broaden and build. In E. Ashby Plant & P.G. Devine (Eds.), Advances on Experimental Social Psychology, 47, 1-53. Burlington: Academic Press.
[2] Kok, B. E., Coffey, K. A., Cohn, M. A., Catalino, L. I., Vacharkulksemsuk, T., Algoe, S. B., Brantley, M., & Fredrickson, B. L. (2013). How positive emotions build physical health: Perceived positive social connections account for the upward spiral between positive emotions and vagal tone. Psychological Science, 24, 1123-1132.
[3] Ana Mina; (2015) EMAPP Portugal, Positive Psychology.