El mundo que nos rodea, todo lo que sabemos y aquello con lo que interactuamos, lo conocemos a través de nuestros sentidos. Ellos nos ayudan a entender e interpretar el mundo. La vista, es tal vez al que más relevancia le damos. Cerca de una cuarta parte de nuestro cerebro está involucrada en el proceso visual y el 70% de los receptores sensoriales de nuestro cuerpo, están en nuestros ojos. No es de extrañar que los publicistas pongan tanto esfuerzo en atraer nuestra atención con impactos visuales, pero esa estrategia, no es tan efectiva como se pensaba.
Existe una enorme cantidad de estímulos visuales y frente a tal situación, es más difícil captar nuestra atención. Hemos bloqueado esos estímulos porque son demasiados. Es hora de que los anunciantes se den cuenta que el logo no es todo y busquen otras alternativas para llegar al público.
El Sensory Branding, es una estrategia que consiste en agrupar al logo, con algún otro sentido. No hay algo que sea más pegajoso que un jingle, se ha visto que la atención de los consumidores se incrementa cuando escuchan un tono mientras ven una imagen. Los sonidos son un elemento clave en el disfrute de la experiencia. Sin embargo, en exceso, puede convertirse en un marcador somático negativo y generar un sentimiento negativo hacia la marca, tal como le ocurrió a Nokia en 2007.
El tacto tiene un papel importante en nuestra decisión final, la sensación táctil del producto nos ayudará a decidir si lo queremos o no. Esto se ve claramente con la ropa, necesitamos tocarla y sentirla para decidir si la queremos.
El gusto es uno de los sentidos que más fácilmente se pueden estimular, está vinculado al olfato y la vista. El sabor se puede sugerir por lo que vemos u olemos, es por eso, que en anuncios de comida, es especialmente importante apelar a una experiencia multisensorial.
El olor por su parte, está demostrando ser sustancialmente más poderoso de lo que imaginábamos, a diferencia del resto de nuestros sentidos, el olfato responde antes de que nos demos cuenta. Además, se encuentra muy cerca de la amígdala, encargada de establecer la memoria y las emociones. Los olores tienen una conexión profunda e inmediata con nuestras emociones. ¿Recuerdas el olor de un Starbucks o el aroma de The Body Shop?
La integración de distintas sensaciones crea una mayor relación entre el consumidor y la marca. Hacer su experiencia más rica y amplia hace más factible que el consumidor la tenga en mente.