Ser padres no es cosa fácil, siempre hay nuevos retos y aprendizajes. Justo cuando creemos que comenzamos a entender, llegan experiencias que nos prueban que nunca terminamos de aprender. Una de las etapas con más dolores de cabeza, es la adolescencia. Y es que esos niños que nos admiraban y obedecían sin cuestionar, se convierten en adolescentes rebeldes dirigidos por el impulso de desmarcarse de nosotros lo más posible.
La adolescencia es una etapa de cambios físicos y emocionales, de descubrimientos y la búsqueda de identidad. El adolescente intenta encontrar quién es, quiere ser independiente y para lograrlo necesita marcar distancia con quien hasta ahora ha marcado toda su vida: los padres.
Encontrar su lugar en el mundo es lo que motiva al adolescente, está confundido, con sueños y miedos, poca certeza en el futuro pero el impulso de cambiarlo. A esto se suman los cambios emocionales generados por las transformaciones físicas y la necesidad de encajar en un grupo social. En medio de este mar de emociones, el adolescente busca su propia voz oponiéndose a lo que le han dicho antes.
Es por todo esto que debemos ayudar a nuestros hijos a desarrollar su autoestima, debemos enseñarles a tener una mayor confianza en sí mismos, ya que esto les ayudará a lidiar mejor con la presión social y los cambios que atraviesan. Será necesario que se mantengan abiertas las líneas de comunicación. Los padres tienen que avanzar por una delgada línea, darles los límites que necesitan pero no atraparlos, darles espacio pero también la confianza de acudir a nosotros en el momento en que lo necesiten.
Por supuesto no todos los casos son iguales y no todos los adolescentes se rebelarán en la misma medida. En algunos casos, la rebeldía puede ser signo de un problema más grande; las actitudes pueden ser violentas y el adolescente puede poner en riesgo a otras personas o a sí mismo, en tal caso será conveniente buscar la ayuda a de un especialista.
Escrito por: Elena Pedrozo