Bienestar

La represión del placer

1.sex


Escrito por José Luis Vázquez Doménech


Podríamos decir sin gran temor a equivocarnos que las relaciones sexuales son el deporte más importante de la humanidad que, aunque no olímpico, sí es practicado a diario en todos los rincones del planeta. La energía sexual inunda el espacio; sin sexo, el ser humano, queda mutilado. Toda persona debe apagar su sed... pero la iglesia no quiere que el deseo sea satisfecho. Su historia ha combatido una vida plena desde el punto de vista sensual, y la religión cristiana no ha permitido que en su territorio las emociones nos arropen en nuestros sueños.

“Por lo tanto, ya que todo tipo de cosas abominables derivan del amor y ya que sabemos que nada bueno procede de allí sino únicamente penas infinitas para los hombres ¿por qué, joven estúpido, pretendes amar y privarte de la gracia divina y de la herencia eterna? Aprende pues, queridísimo amigo, a conservar tu castidad, a vencer con la virtud del alma los placeres de la carne y a guardar tu copa inmaculada para el Señor... Pero si los aguijones de la carne han empezado a torturarte, evita poner en práctica tu deseo o que tu consentimiento pueda mancharte”.

Tristemente, encontrar reflexiones de este tipo es tan fácil como mirar al horizonte cada tarde, y ver como el sol nos arrebata su cálido abrazo. Este texto, que data de finales del s. XII, refleja divinamente la doctrina de la moral teológica, que ha arrebatado a millones de personas, por medio de sus más directos servidores, del derecho a experimentar nuestros propios sentimientos, del derecho a ser independientes y de hacer con nuestros cuerpos lo que consideremos oportuno. Porque no debemos olvidar que el pleno desarrollo de nuestra personalidad (y la posibilidad de alcanzar un poco de felicidad) depende, en gran medida, de que podamos expresar libremente nuestra capacidad de sentir, sin la cual rechazamos la esencia misma de nuestro ser.

Ahora bien, lo importante, en todo caso, no es saber cuántas personas defienden postulados de este tipo. Si bien el cristianismo está sumido en una profunda depresión espiritual, lo que hemos de considerar es la influencia que sus concepciones han ejercido en la vida que llevan las generaciones actuales. Esto es, no debemos desviar nuestra atención de la enorme brecha que quedó abierta en todas las comunidades que no pudieron escapar de la represión cristiana de los instintos.

Y llegado este punto, se pueden responder muchas de las cuestiones que preocupan a la juventud en relación con la actividad sexual. Aunque las iglesias no sean reclamo de ideas ni de moral, aunque sus enormes pilares no desvíen nuestra mirada, su conexión con la vida erótica a principios del s. XXI sigue siendo desmedida, incluso para las personas que no comulgan con ninguno de sus preceptos.

Y, tristemente, no olvidamos tampoco, que la presencia de los “hábitos” ha sido especialmente importante en nuestro territorio que, aunque extenso, no pudo detener el avance de tropas propagandistas de la castidad.


Escrito por José Luis Vázquez Doménech

sociologia-del-amor@hotmail.com

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