Ningún psicólogo, antidepresivo o curso de superación tiene el poder curativo de un abrazo. Pero uno sincero, que transmita un genuino deseo de que el otro se sienta mejor.
El abrazo es un gesto afectivo de gran valor, una significativa muestra de cariño y un acuerdo de apoyo mutuo que firman en la piel ambas partes. Es una irrefutable terapia emocional.
Los abrazos a diferencia de los besos no necesitan darse en lugares específicos, ya que el significado es el mismo. Los estudios realizados sobre personas que acostumbran recibir abrazos demuestran que logran canalizar mejor sus afectos y sobreponerse a las situaciones adversas muy positivamente. Es usado para reducir el dolor, ansiedad o depresión en algunos pacientes y se ha comprobado su eficacia.
Las personas que acostumbran abrazar, expresan una personalidad fuerte, dadivosa, tierna y denotan un carácter apacible y conciliador. Al contrario quien no gusta abrazar, o muestra reticencia al abrazo, suele ser introvertido, controversial, apático, y poco confiable.
Hay abrazos de colegas, abrazos entre padres e hijos, abrazos de genuina amistad, abrazos de felicitaciones, abrazos por reconciliarse, abrazos de apoyo y solidaridad etc. Los abrazos fuertes, de esos que se aferran a la espalda con calor y estremecimiento, por lo general expresan emociones muy contenidas. Los abrazos donde se escapan suspiros reflejan la profunda nostalgia por algo perdido.
El abrazo debe ser suave, durar el tiempo que la persona que le recibe se sienta a gusto, debe reflejar profunda honestidad y deseos de colaborar. Puede reemplazar las palabras en medio de una situación difícil de superar.
A ti, ¿te gustan los abrazos?
Fuente: tekiero.tk
