Escrito por: Silvia
La alimentación de los bebés pasa por varias etapas en las que poco a poco van probando nuevos sabores, nuevas texturas… Por ello, es muy importante ayudarles con estos cambios.
El primero suele ser entre los 4 y 6 meses, cuando el bebé deja de alimentarse exclusivamente de leche materna o de fórmula de inicio y empezamos a introducirle nuevos alimentos a su dieta.
En esta primera etapa suele comenzar el destete, y lo más importante será introducir de forma gradual purés de frutas y verduras, y también las papillas de cereales (aunque al principio se recomienda empezar por las que no llevan gluten). De esta forma nos aseguraremos que se van acostumbrando a los nuevos sabores y texturas.
Por lo tanto, la clave es ir poco a poco y de forma gradual, sin agobiar al pequeño, porque si ves que no come y te pones nerviosa, el bebé notará que la mami está tensa y no comerá porque pensará que pasa alguna cosa.
Un ejemplo para el paso a una nueva textura a partir de los 6 meses es mi Primer Danone, con el que le das leche de continuación de tipo 2 a tu pequeño pero con cuchara, de forma que está probando la textura del yogurt.
El segundo cambio suele ser alrededor de los 7 meses, cuando pasaremos a hacer los purés poco a poco más espesitos. Prueba también a dejarlo algo grumoso, aunque puede que el pequeño tarde unos días en adaptarse a esta nueva textura, pero le encantará.
El tercer cambio acostumbra a darle alrededor del su primer añito de vida, por lo que podrás empezar a darle pequeñitos trocitos de comida. Tendrás que ver la mejor forma en que tu pequeño acepta esta nueva textura: dentro del puré, o separados en un platito aparte dejándole que juegue con ellos, ya que como todo peque, tendrá la curiosidad de tocarlos y llevárselos a la boca. Poco a poco irás viendo como le gusta
No siempre es fácil
Durante este período el pequeño va a experimentar aceptación o rechazo a estas nuevas texturas, por lo que se ha de crear un ambiente adecuado en primer lugar, sobretodo libre de tensiones y de apuros, al igual que cuando introduzcamos nuevos alimentos o sólidos a nuestro bebé.
No podemos forzar al pequeño a comer, pero tampoco hemos de retirarle un alimento nuevo a sus primeros rechazos, ya que es el miedo a lo nuevo.
