Los pies de los niños precisan especial cuidado y atención para asegurar un crecimiento adecuado, prevenir lesiones y reducir el riesgo de malformaciones futuras. Además, un buen calzado contribuye a que la estructura ósea se mantenga equilibrada cuando lleguen a adultos.
Durante los primeros años de los hijos, los padres no saben si el zapato es de la talla adecuada porque el niño aún no habla y no puede comunicarles si está cómodo o no. El pie de los pequeños crece de 7 a 8 milímetros cada tres meses.
Una forma de saber cuando es el momento de cambiar de talla es observar si el niño se quita el zapato con frecuencia, o llora a menudo cuando los lleva puestos, pues esto es señal de que le incomoda.
Otra manera es revisar sus pies. Se puede comprobar si tienen marcas de calcetines, costuras u hebillas, incluso rojeces en la piel por presiones inadecuadas. Si fuera el caso, habría que cambiar de zapatitos o zapatillas.
No siempre es fiable guiarse por las tallas, ya que varían de una marca a otra e, incluso, entre estilos de calzado.
Fuente: www.consumer.es
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