Mirar al pasado puede ser una de las cosas más agradables –siempre y cuando no nos quedemos atrapados en él–. Tomarse un rato para recordar puede tener ser muy benéfico, pues nos ayuda a reencontrarnos, a sanar y a sentirnos mejor con nosotros mismos.
De vez en cuando, vale la pena dejar que nuestros pensamientos vaguen a nuestra niñez, recordar nuestra juventud, revivir experiencias y quizá sacar a flote cosas que creíamos olvidadas. Son muchos los beneficios que puede tener recordar. Y después de hacerlo un rato nos podemos sentir un poco más completos.
Recordar mejora nuestro estado de ánimo. Se presentan una diversidad de emociones, algunas más positivas que otras. Pero en general, recordar puede hacernos sentir más felices, satisfechos y seguros. Emociones positivas que tienden a pesar más que la tristeza y el arrepentimiento.
Es además una forma de conectar a los otros. ¿Alguna vez te has reunido en torno a una mesa con tu familia recordando y bebiendo café? Evocamos las personas, el lugar, el momento e incluso aquellas experiencias que en su momento fueron desgarradoras o aterradoras, se recuerdan con cierto humor y cariño, pues a la distancia todo parece mejor y somos capaces de encontrar lo extraordinario en lo ordinario. Esto también nos ayuda a sentirnos más positivos respecto al futuro
Los recuerdos también dotan a nuestra vida de un mayor significado, nos ayuda a lidiar con nuestros miedos y nos puede ayudar a sacar lo mejor de una mala situación. Nos permiten ver con mayor claridad nuestras debilidades y fortalezas, nos puede ayudar a descubrirnos y nos ayudan a revalorar la vida que hemos llevado.
Recordar es como leer un libro por segunda vez o volver a ver una película, los pequeños detalles cobran más color y podemos disfrutar el doble porque ahora vemos los pasos que nos llevaron hasta el momento presente.
Escrito por: Elena Pedrozo