Con frecuencia, sientes una decepción o un pequeño (o gran) resentimiento por algo que tu pareja hace o dice (u omite hacer o decir). Algunas veces lo que sucede es muy evidente, pero muchas otras, se trata de algo bien sutil que tiene el mismo efecto lacerante.
Puede tratarse, entre otras posibilidades, de:
Desvalorización: te menosprecian, degradan, no dan crédito a lo que dices o, simplemente, no aprecian cabalmente lo que haces día a día por tu familia.
Sobreexigencia: te piden múltiples cosas todo el tiempo, más allá de tus posibilidades, y lo que haces nunca es suficiente
Obviarte: no te dan el lugar que te corresponde ni te tienen en cuenta para tomar decisiones. Tu bienestar no es prioritario.
Malos tratos: ya sean físicos o psicológicos, te sacan de tu centro y no te permiten pensar ni tomar decisiones con claridad. Además, vives temiendo la próxima reacción.
Si padeces alguna de estas o de otras decepciones diarias, la energía negativa que generan se va acumulando y, aunque no te hayas dado cuenta aún, condiciona muchísimas de tus actitudes y de tus sentimientos. Va socavándote por dentro y cubriendo tu relación con un manto de descontento que se va agudizando con el correr del tiempo, si no le pones un freno.
Piénsalo detenidamente:
¿Te sucede que algunas veces, no reaccionas como desearías porque detectas que no eres correspondido del otro lado de la misma manera o con similar intensidad?
¿No has dejado de lado actitudes que solías tener en el pasado (con tu pareja actual o con otra anterior) porque cuando la idea se te pasa por la cabeza, revives estos resentimientos y prefieres quedarte inmóvil o dar lo mismo que recibes, en lugar de lo que realmente te gustaría hacer o decir si te sintieras más libre y apreciado?
¿Te encuentras más callado, menos feliz, sin la paz interior que has sabido tener?
¿Hasta cuándo vas a soportar este tipo de “despersonalización” basada en el estado de ánimo, en el humor o en las actitudes de quien te acompaña?
La vuelta de tuerca, como siempre, está en la palma de tu mano. Darte cuenta y poner un límite a lo que deseas tolerar o no es un excelente primer paso hacia tu bienestar.
¿Cómo contrarrestarías las decepciones diarias?