Escrito por: Adriana Barroso
“Nada ha cambiado, sólo yo he cambiado. Por lo tanto, todo ha cambiado", esta es una frase que aprendí en mis primeros estudios de desarrollo humano y que me ha seguido hasta hoy como psicóloga. La primera vez que la escuché no alcancé a comprender su gran significado hasta que la maestra la desmenuzó para mí.
Actualmente, parece que hay tantas sugerencias para ser mejor persona que me parece escuchar nuevamente lo que alguien dijo: “bueno lo que me choca de los que hablan de desarrollo humano es que parece que están dando una receta de cocina: hágale acá, póngale allá... y no es así de fácil”. No, desafortunadamente no es fácil porque implica dar un giro a nuestra vida y salirnos de nuestra zona de confort. Es menos complicado querer cambiar al que está a mi lado porque puedo ver todo lo que hace “mal” y no nos damos cuenta que al momento en que yo cambie cambiará el mundo, cambiará el ambiente familiar, laboral; cambiará la comunicación, etc.
Algunas ocasiones hay que ir tomando sugerencias de uno y otro lado hasta hacer un traje a mi medida; cuando alguien va a una sesión de psicoterapia es el especialista el que le ayuda a la persona a confeccionar ese traje, ayudándole a descubrir lo que le sirve y a desechar lo que no. Cuando no estamos en esa situación y recibimos una multitud de recomendaciones, ya sea por radio, internet, televisión, amistades o familiares, es cuestión de ir probando y animándonos a realizar pequeños cambios teniendo siempre en cuenta que cada persona es distinta y que habrá cosas que me sirvan y cosas que no. Lo importante es no esperar a que los demás cambien por y para mí, sino que yo lo haga y entonces como un efecto dominó, en el que cae la primera ficha sobre la otra y todas van cayendo una a una, de esa misma forma mi cambio será el promotor del cambio de los demás.
Yo te invito a que empieces primero a detectar cuáles son tus áreas de oportunidad, y luego paulatinamente hagas un plan de cambios concretos: por ejemplo, si te das cuenta de que te sientes frustrada por no terminar lo que empiezas ve terminando cada tarea que emprendes; de esta forma experimentarás la satisfacción de haber finalizado tu labor. Te sugiero que los vayas implementando uno por uno; de lo contrario corres el riesgo de sentirte abrumada y abandonar tus planes. ¡Ánimo, yo sé que tú puedes! Y… ¡Manos a la obra!
Escrito por: Adriana Barroso