Diversas

Mi vida según los otros

1.aojo

 

Escrito por Chuchi González

Hace unos días impartí una clase sobre Desarrollo Humano abarcando el tema del Observador. La sinopsis de la idea para que entiendas sobre lo que estoy escribiendo, es comprender que todo lo que percibimos a través de nuestros sentidos conforma en nuestra mente un mapa que representa el mundo. Y desde ese mapa, orientación, y criterios observamos la vida. Somos observadores interpretando todo lo que ocurre, es decir, agregándole nuestra particular existencia.

Desde ahí empecé a fantasear en cómo sería mi vida si yo siguiera al pie de la letra  intervenciones de los otros, quiero decir, cómo sería mi vida si actuase como cree mi madre que debería actuar, mi tía, mis amigos, los medios de comunicación, las tendencias de moda, la política, la influencia musical.

Por si no te has dado cuenta todo el mundo publicitario desde un tiempo a esta parte nos dice cada mañana y cada noche que hacer  en todos los canales de televisión.

Si hubiera seguido los filtros perceptivos de mi madre, ahora sería abogada defendiendo las injusticias que los padres irresponsables ejecutan en contra de sus hijos cuando se divorcian; haría meditación para equilibrar el estrés de lo laboral y yoga por afluencia de mi tía y llevaría la piel extremadamente bronceada. Por indicaciones de mi abuela materna, no pensaría en tener pareja, sólo amantes. No me ejercitaría nunca con pesas porque “saca celulitis” en su lugar, estaría junto con mi amiga Andreita haciendo Pilates y soportando altas dosis de electricidad sobre mis muslos producto de la electro estimulación. No tendría página de Facebook para evitar relacionarme con desconocidos, no confiaría en la gente para no salir lastimada; sería vegetariana para elevar mis vibraciones positivas, tomaría más de dos litros de agua por día para engañar al estómago, y no tendría perros para no limpiar lo que ensucian.

No diría lo que pienso para no ser castigada, y le temería a la soledad, a las alturas, a lo desconocido y a las cucarachas.

Dejaría de lavarme el pelo todos los días para que no se me siga cayendo y andaría por la casa con mascarillas de huevo, miel y azúcar; y trozos de aloe vera en las zonas de resequedad. No le hablaría con mi sentir a mi jefe; ni le mostraría mi brillo, ni mis capacidades, para evitar celos, envidias y un manipulado despedido.

Amaría con los ojos cerrados, pues los hombres son infieles por naturaleza; sonreiría frente a regalos extravagantes y escandalosos; y siempre después de un “te quiero recibido” diría “yo también”.

Dejaría de ver a mis amigos cuando estuviera en pareja, y dedicaría todo mi tiempo y energía al enamoramiento. Y regresaría a ellos llorando luego de la desilusión. No apostaría al amor después de tantas decepciones, entendería que no es para mí y me dedicaría a tener muchos gatos.

No miraría a los ojos cuando hablo para no ventilar mi alma; ni llevaría un piercing en la nariz para no parecer hippie,  y usaría mucho gel para no despeinarme en lugar de pañuelos en la cabeza. Pinzas en lugar de cera para no perder la elasticidad de los párpados, y no tendría ningún alimento caduco en mi refrigerador.

Tendría  las uñas largas con brillantina, y tacones para aparentar ser más profesional; adularía a todo mundo con tal de que me aprobasen; y diría mentiras piadosas para evitar conflictos. Tomaría menos café y más té verde; hablaría inglés que es la base de toda comunicación; comería comida china con palitos, y usaría lentes para trabajar frente a la computadora.

Dormiría más de ocho horas, y me levantaría a medio día; al gimnasio iría entre dos a tres veces por semana; los fines de semana serían de reventón, y los lunes de reseca.

Hablaría menos y reiría más, aunque no tuviera motivos, lo importante es ser optimista; repetiría como loro: Yo soy una mujer hermosa, saludable, adinerada y amada para accionar la ley de la atracción a mi favor.

Y de vez en tanto, fumaría alguna cosa rara para entrar en conexión con mis maestros espirituales. Me olvidaría de los hombres, y tal vez me acordaría de las mujeres. O definitivamente me olvidaría de todos.

No comería con sal para no retener líquidos, y no me enojaría para no retener gases. Me aplicaría implantes para lucir un buen escote, y me quitaría la costilla flotante para evitar las llantas de la cintura.

Desayunaría ajo para controlar la hipertensión que no tengo, y tomaría infusión de uña de gato para fortalecer el sistema inmunológico. Cambiaría mis tenis por unos que me quitan tallas mientras paseo a la mascota y merendaría unos hongos mexicanos ancestrales para equilibrar mis fuentes energéticas.

Pensaría que todo causa tiene un efecto, que las cosas por algo pasan, que la vida es injusta, que a cada roto le toca un descocido, que lo importante es que la pasamos bien, que más vale tarde que nunca, que ha caballo regalado no se le miran los dientes; y que una “niña” buena siempre dice SI

Evidentemente mi vida sería diametralmente opuesta;  quizás mucho más divertida de la que sostengo ahora; pero lo cierto es que a cada quién sus guías desde sus interpretaciones. La vida es según nosotros la miramos; cuando no queremos hacerlo, terminamos llevando los anteojos de otros y eso nos perjudica en el camino.

Vive según tus propias elecciones y criterios, escucha por supuesto las voces de quienes te rodean, pero cada vez que elijas, sé consciente que es tu vida la que depende de esa elección.

Escrito por Chuchi González

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