Uno escucha la palabra “noviazgo” y piensa en una época de bienestar y de disfrute, en la que todo es (o debería ser) color de rosa… salidas, veladas románticas, pequeños detalles, mariposas en el estómago… ¿pero cuál es la finalidad de los noviazgos, específicamente?
Buscando en el Diccionario de la Real Academia la definición de la palabra novio, las dos que encontré referidas a las relaciones de pareja me hicieron pensar en distintas épocas.
Una expresa: “Novio es la persona que mantiene relaciones amorosas con fines matrimoniales”. ¡Qué lejos que quedaron esos tiempos! En la mayoría de los casos, hoy en día la gente se pone de novio para compartir vivencias en una relación en la que hay amor/afecto/atracción -eso no se ha modificado-, pero la parte que declara “con fines matrimoniales” ha quedado bastante perimida. Claro que muchos noviazgos culminan en una boda, pero en general ese objetivo no está presente desde las primeras salidas, como sucedía antaño.
La segunda definición de la palabra novio es “persona que mantiene una relación amorosa con otra sin intención de casarse y sin convivir con ella” – esta descripción del DRAE se ajusta más a lo que estamos familiarizados en la actualidad para este concepto.
Básicamente, el noviazgo es el periodo de tiempo durante el cual dos personas se van conociendo para darse cuenta si son compatibles y si van a aspirar (y a apostar) a un futuro en común (sea o no bajo el mismo techo).
Para mí, en esta última proposición radica una clave importantísima para ser felices y para poder construir una relación sólida que nos dé seguridad y nos haga sentir dichosos.
PARA TENER EN CUENTA
- Es necesario tener los ojos bien abiertos para llegar a ver claramente, con el tiempo, cómo es la otra persona y si puede llegar a convertirse en el compañero de vida que tanto anhelamos.
Comenzar a tratarse con alguien no implica que ese ser sí o sí deba ser nuestro novio. Hay mucha gente empecinada en entablar una relación amorosa y, apenas se acerca alguien que parece tener intenciones similares, se zambulle sin ver si hay agua en la piscina o, directamente, sin preguntarse si eso que ve es una piscina o un mero reflejo externo de sus propios deseos o necesidades insatisfechas.
Al poco tiempo (semanas o escasos meses), en ciertos casos van apareciendo conductas insoportables del otro (malos tratos, mentiras, cuernos, manipulaciones, etc.). Ante la desesperación de no “fracasar” esta vez y de no volver a encontrarse con ese enemigo tan temido que es la soledad, empiezan a ceder terreno y manifiestan no entender “por qué esa persona se comporta así” (o es irascible, tiene mal genio, es tacaño, controla todo lo que haces, intenta separarte de tus amigos/familiares, desaparece algunas noches). La respuesta es bien simple:
¡Recién se están conociendo! ¡Es y será así siempre! Mejor dicho: probablemente no sea igual
siempre, ya que las características negativas de la personalidad tienden a empeorar con el correr del tiempo…
Entonces, si durante el noviazgo notas signos que hacen disparar una alerta roja interna en ti, no los desoigas. Hacer caso omiso, por la razón que quieras usar para apañar esa conducta, solo logrará que comiences un camino de infelicidad.
- Por el contrario, si al comenzar a salir con alguien percibes que esa persona se interesa genuinamente en ti, que te hace sentir mejor que antes, que te respeta, te cuida, te valora y te acompaña, pues es alguien con quien puedes proyectar el futuro de plenitud que te mereces.
- En todo momento, muéstrate tal cual eres. Cambiar radicalmente para que nos acepten tiene un costo demasiado alto, no te lo recomiendo. Tal vez te elijan, tal vez no, pero estarás siendo leal a tus principios y honrando tu verdadera esencia. Quien esté a tu lado y verdaderamente te quiera, te aceptará con tus virtudes y con tus defectos –ya que tú harás lo mismo. El amor entre seres reales (no ideales ni esforzándose por ser quienes no son) existe, que sea lo cotidiano en tu vida depende de ti y de las elecciones que hagas.