Una historia basada en un hecho real...
La verdad es que aquél domingo en la mañana, me levanté muy decidida a dejar a Gabriel teníamos casi nueve años de casados ,y durante un tiempo la relación había funcionado, aunque el tema de los dineros me tenía también fastidiada. ¡Cómo deseaba ser una de esas mujeres casada con algun millonario!, rodeada de lujos, asistiendo a todo lo mejor.
Y para colmo, todo empeoró a partir de que su hermano lo hechizó con las palabras de "una nueva etapa" y no sé cuántas otras cosas. Ellos iban a un grupo, especie de religión, y Gabriel se sentía motivado por este nuevo descubrimiento, tanto que salíamos al Banco, por ejemplo, y le hablaba a la cajera de sus creencias con tal insistencia que poco a poco me fui dando cuenta de su fanatismo. Intentaba persuadir a toda persona que se le cruzara en el camino, y en su lista estuvo la empleada doméstica, el periodiquero, el portero, sus amistades (que conforme pasaba el tiempo disminuían), y por supuesto, yo, que ya no aguantaba todo lo que predicaba. El acabose fue cuando noté que le hablaba al perro con tanta convicción que decidí que era tiempo de cambiar.
Debido a que yo manejaba bien los idiomas, nuevamente me contrataron en la Embajada Americana como traductora de eventos. Pero, claro que lo que más me dolió fueron mis hijos, quienes tuvieron que quedarse con su padre; pero acordamos que los vería los fines de semana.
En un principio, todo se desenvolvía en un ambiente relativamente normal, como traductora me empezó a ir muy bien, incluso en uno de los eventos conocí a una importante industria farmacéutica que me contrató.
En lo personal, me divorcié, y uno de los socios mayoritarios de la companía, quien era casado por segunda vez, me pretendió hasta que me cansé y lo confronté diciéndole que no deseaba involucrarme con él. Pero, dos años después (y unos tequilas un viernes en la noche), me llevó a un deparatamento nuevo, me entregó las llaves y me confesó que ya no vivía con su esposa. Todo parecía un cuento de hadas en un principio, pero cuando el tiempo transcurrió, me dí cuenta de que era un millonario codo y aburrido. Incluso llegué a decírselo:
-Heinz, nunca salimos y cuando lo hacemos no me dejas pedir lo que yo quiero porque dices que estamos en plena crisis.
-¿Ahora te vas a quejar? Cuando vives como reina. Hasta te saqué de trabajar. Lo que sucede es que a las mujeres como tú, uno no les da gusto con nada. Ya sabes que lo mío es tuyo.
Y con ese cuento hasta me hizo vender mi casita y darle el dinero.
Mientras tanto, mi ex esposo había dejado la onda esa fanática que nos alejó y estaba importando unas tintas especiales para la industria papelera con lo cuál económicamente iba prosperando.
En cuanto a Heinz, últimamente lo notaba extraño: cada vez llegaba más tarde y ya teníamos siete años juntos hasta que comenzaron las "llamadas misteriosas". Una noche, nos peleamos muy feo: aventamos objetos y él me cargo y me dejó en la calle.
Un mes después, cuando intente hablar con él, me enteré que se había casado.
Actualmente, estoy demandando una pensón ya que como concubina tengo derechos.
Querida desconocida, a veces las mujeres nos dejamos llevar por las apariencias, mi lección es que esos hombres que parecen deslumbrantes en muchas ocasiones aman más a su dinero que a una pareja, no dejes que te engañen.
Escrito por Perla Arbide