Winnie the Pooh había decidido que el mejor regalo de cumpleaños para su amigo Igor no era otra cosa que un tarro lleno de miel. En el camino a la celebración del burrito, Pooh comenzó a tener hambre. “Qué bueno que traje esto conmigo”, pensó. “Otros osos que caminen por ahí en un día caluroso nunca traerían algo consigo”. Y así empezó a comer. Terminada hasta la última gota de miel, el osito se preguntó “y a todo esto ¿a dónde iba yo?”.
Espontáneo
Una de las grandes lecciones del Tao es la de ser espontáneos pues se trata de hacer lo mejor en cada instante. Es una forma de ser originales, de ser auténticas, de ser fiel a nuestra naturaleza, es seguir nuestra intuición. Es belleza pues encarnamos lo mejor de nosotras. En nuestra naturaleza está el juego, la simpleza, el amor y todo esto es sinónimo de espontaneidad. Pooh es un buen ejemplo de esa manera de ser juguetona y alegre, un tanto despreocupada de todo canon. Y sin embargo, a Pooh lo aman todos. Y quizá más importante, él es feliz.
Un tarro vacío
Después de darse cuenta que había acabado con la miel, Pooh recordó que ese era el regalo para Igor. Así que ahora tenía un tarro vacío. “Toma, es un tarro útil”, le dijo Pooh a Igor. “Aquí está. Y tiene un ‘Feliz cumpleaños, con amor de Pooh’ escrito ahí encima. Eso dicen esas rayas escritas por Búho. Y sirve para poner cosas adentro”. Igor, de pronto, encontró que ese tarro vacío le servía para meter y sacar cosas. Mientras Pooh se congratulaba, Igor no hacía otra cosa que entretenidamente meter y sacar cosas del tarro. “Qué bueno que pensé en darte un tarro útil dónde guardar cosas”.
El valor de la nada
En Tao todo tiene importancia y nada tiene importancia. Lo lleno es tan valioso como lo vacío. Un tarro no es tan importante por su material o su decoración sino por el vacío interior. Una puerta de una casa es valiosa pues evita entrar. Pero el espacio vacío que se crea al abrir la puerta, el espacio dentro del marco, es tanto o más relevante pues permite el paso de las personas o las cosas. Pooh, además de ser espontáneo, tanto al comerse la miel como al regalarle el tarro útil, nos da una muestra de la relevancia del espacio vacío. Igor es feliz llenando su tarro. Pooh ya no le regalaría miel pero sabía que aquel obsequio vacío era, al fin y al cabo, algo valioso.
Somos lo que hacemos
Las vacaciones son precisamente un vacío útil. De hecho la raíz de la palabra viene del latín vacare que significa vacío. Se trata pues de desprendernos de todo aquello que estamos llenos; trabajo, rutinas, quehaceres, pendientes. No está mal la rutina. Ella nos sirve para construir poco a poco una seguridad interna y externa. La disciplina del quehacer cotidiano nos da significado. Somos lo que hacemos, a diario. Mujer, mamá, esposa, hija, profesionista, corredora, lectora. Y todo ello ocupa un poco de nuestro día. La rutina nos da techo, comida, salud y amor. Está bien.
Renovarse o morir
Entonces ¿por qué las vacaciones? Porque la vida está llena de oportunidades, de aventura, de crecimiento. Y la rutina tiende a acomodarse en una zona de confort. La repetición como seguridad pero también como una especie de muerte. Lo mismo. Lo mismo. Lo mismo. Las vacaciones son antes que otra cosa un desprendimiento de toda la rutina. Se trata de vaciarse. De dejar atrás lo más posible para saberse en cierta manera un poco indefensa. Romper el caparazón de la costumbre y dejar que se oree nuestro interior.
Abierto o cerrado
Si una casa no es valiosa por sus muros y techos sino por el espacio interior –por su vacío–, entonces las vacaciones son valiosas pues nos permiten vaciarnos de la rutina para dejar paso a nuevas experiencias. Se trata de un paréntesis a nuestra peculiar perspectiva. Uno muy necesario, pues al quitarnos los lentes de la rutina comenzamos a ver nuevos horizontes, nuevas formas de vida, nuevas ideas, nuevos caminos. Las vacaciones son un sano alto al equilibrio que da la rutina para dar paso a nuevos conocimientos. Renuncio transitoriamente a la persona que soy para dar paso a una mujer abierta a otras ideas y experiencias.
Valentía
Pero no es fácil “tomar vacaciones”. Y es que cada vez que encuentro un entorno diferente, a un grupo de personas desconocidas o una comida extraña, busco entenderlo desde lo que me es familiar. Trato de ver las cosas a mi alrededor con la misma óptica de mi costumbre citadina. Y es aquí donde se requiere vaciarnos. Olvidar los prejuicios. Dejar en pausa nuestra mente. Absorber el momento. Acallar lo familiar y con valentía dar bienvenida a lo extraño. Sólo abriendo las ventanas podrá renovarse el aire viciado de la casa.
Cambio de persona
Salir de vacaciones es darnos la posibilidad de cambiar radicalmente nuestra vida. Posibilidades hay muchas para enriquecernos y quizá las mejores son aquellas donde nos esforzamos por realizar algo. Sea escalar una montaña, aprender cocina yucateca o construir una casa para una familia necesitada, oportunidades hay miles para crecer. Podemos tomar un curso de pintura paisajista o bien un taller de yoga. O quizá busquemos desarrollar cierto grado de espiritualidad. Con cualquier cosa que nos atraiga una cosa es segura, regresaremos con nuevos bríos y nuevas ideas.
Abandónate
Las vacaciones son una gran oportunidad de abandonar los pleitos en casa, dejar las preocupaciones del trabajo, cortar los lazos de codependencia. Las vacaciones son una extraordinaria posibilidad de crecer y por ello vale la pena hacer todo lo posible para liberarse temporalmente de ataduras cotidianas. Por eso lo primero es dejar el celular en casa, la agenda y hasta la computadora, además de los atavismos y las preocupaciones mundanas. Se trata de abandonar todas esas muletas para poder caminar libremente, con alegría, dejando que renovados vientos refresquen nuestro ser y la de quienes nos acompañan en este maravilloso viaje llamado vida.
La transformación
En cierta ocasión, yo, Chuang Tse, soñé que era una mariposa que volaba y volaba y disfrutaba del cielo. No tenía idea de que fuera Chuang Tse. De golpe, desperté y era Chuang Tse de nuevo. Pero no puedo decir ahora si fui Chuang Tse soñando que era una mariposa, o soy una mariposa que ahora sueña que es Chuang Tse.
Escrito por: Revista SuperMujer