Bienestar

¿Por qué y Para qué?

preguntandose

 

Escrito por: Chuchi González

Vivimos a cada momento preguntándonos ¿Por qué? ¿Por qué dejó de amarme? ¿Por qué no logro lo que quiero? ¿Por qué pasan las cosas? ¿Por qué el amor es fugaz? ¿Por qué la pasión se termina? ¿Por qué no logro hacer la dieta los siete días de la semana? ¿Por qué digo que SI cuando quiero decir NO? ¿Por qué no me llama? ¿Por qué no le llamo? ¿Por qué no me valoro? ¿Por qué no le pongo límites? Infinitos. Los que tú quieras.

 

Y en cada respuesta tenemos una larga lista de justificaciones o explicaciones, que de algún modo pretenden “tranquilizar nuestra mente”, darnos una palmada en la espalda y una sonrisa complaciente para que no sigamos torturándonos con la recurrente pregunta.

 

¿Cuántos por qué tienes en tu vida cotidiana, en tu día a día? ¿Cuántos resuelves al encontrar una excusa o una remota posibilidad de elucidación? Realmente ¿Cuántos?

¿Y qué consigues con ello? ¿La duda queda resulta y enmudecida? O ¿Sigue carcomiendo tu interior? Y si acaso te bastara, ¿Qué sucede cuando otra vez vuelves a actuar de la “manera errónea”? ¿Qué dices? ¿Otra vez por qué?

Lo cierto es que cuando empezamos la búsqueda del “por que” nos adentramos en el callejón sin salida de las explicaciones. Y toda explicación remite paradójicamente en el pasado. Es decir cuando “cuestionamos algo” lo hacemos porque no encontramos una “razón lógica” desde nuestro mapa mental; desde nuestro “gran ojo” y por eso le damos vueltas y vueltas a la cuestión.

Al hacerlo necesariamente miramos hacia atrás, porque en el “ayer” se encuentran los hechos consumados a partir de los cuales fundados nuestros juicios. ¿Y qué crees que conseguimos al mirar hacia atrás?, descuidamos el hoy; y el tiempo pasa en automático; sin que nos demos cuenta que “explicándonos” sólo nos quedamos estancados.

Tomemos un ejemplo de las preguntas iniciales, ¿Por qué no me valoro? ¿Cuántas excusas encontrarías? Empecemos:

a) Porque mis padres no me valoraron

b) Porque no tengo suerte con mis parejas

c) Porque tengo la auto-estima baja

d) Porque creo que no vale la pena

e) Porque no sé cómo hacerlo

f) Porque no me gusta como soy

… y así hasta el fin! Ahora bien, si cambias la óptica y te empiezas a preguntar ¿Para qué? Observarás que el panorama cambia, pues la respuesta será activa y hacia delante. Vamos a seguir con el ejemplo para que lo veas más claro.

¿Para qué no me valoro?

a) Para no hacerme cargo de mis actos

b) Para no comprometerme con mi vida

c) Para no asumir riesgos

d) Para seguir en mi posición de víctima

e) Para conseguir atención de los demás

Entre el ¿Por qué? Y el ¿Para qué? Hay un gran abismo de acción; uno nos hace reflexivos y el otro nos pone en jaque mate; nos alienta a tomar conciencia de todos aquellos actos que parecen sucederse frente a nosotros como ingenuos.

Recuerda a la hora preguntar di ¿Para qué? Y la respuesta que obtengas hará una diferencia en tu experiencia.

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

*