El perro ha acompañado al ser humano desde tiempos remotos. Los lobos salvajes se transformaron en animales de culto, de caza, de compañía, “el mejor amigo del hombre” y finalmente se convirtieron en parte de la familia. Desde hace algunos años hay una nueva tendencia sobre todo presente en las parejas jóvenes: tomar a los perros por hijos.
El término “perrhijo” no es nuevo, se ha usado por casi una década. Se refiere a los perros cuyos dueños cuidan, consienten y sobreprotegen, dándoles un trato casi humano. El perro se convierte en el bebé de la casa. De acuerdo con datos del INEGI (Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática) en México hay un bebé por cada ocho perros domésticos. Cada vez son más las parejas jóvenes que deciden aplazar la llegada un niño y en su lugar vuelcan todo su amor en su mascota.
Según la psicóloga Rocío Ordoñana, las parejas eligen tener perros antes que hijos porque resulta una buena forma de obtener cariño incondicional sin grandes renuncias. “Un hijo te cambia el estilo de vida, un perro no…”. El perro es incondicional y traerá menos dolores de cabeza que la llegada de un bebé.
Si bien este fenómeno se observa sobre todo en parejas jóvenes, también aquellas parejas que atraviesan por el “nido vacío” deciden buscar la compañía de un canino para no sentirse solos y pueden caer en esto.
El perro se convierte en el “niño” de la casa. Le compran ropas y juguetes, le permiten hacer lo que quiera, pasan tanto tiempo como les sea posible con ellos e incluso están dispuestos a dejar de lado actividades con tal de estar con su “perrhijo”. Recibe regalos de navidad o cumpleaños y son perros sumamente consentidos.
Sin embargo, todo este exceso de atención y cariño, a quien más puede dañar es al perro. Se crea una dependencia del éste hacia su dueño lo que puede generar “ansiedad por separación”, como resultado se enferman de gastritis o colitis crónica. Así mismo, dado que conviven más con personas que con otros perros, encuentran dificultad para relacionarse con otros perros. También suelen presentar problemas de conducta, pues como no soportan estar lejos de sus dueños lo manifiestan destruyendo cosas o haciendo pipí en todos los rincones de la casa.
¿Cómo identificar a un “perrhijo”?
- Convive más con personas que con otros perros
- Pasa más de 2 horas al día con su dueño
- Recibe regalos en ocasiones especiales
- Tiene mucha ropa, accesorios y juguetes para diversas ocasiones
- Tiene una alimentación minuciosa
- Algunos “perrhijos” tienen su perfil en redes sociales
- Ningún área de la casa le está restringida
- Los dueños suelen perdonar fácilmente cualquier travesura, le faltan reglas.
- Acompaña a sus dueños a todos los lugares que sea posible
- Suelen ser perros de raza pequeña.
No cabe duda que los perros forman parte importante de nuestra familia, pero cada cosa tiene su lugar. Podemos ser afectuosos con nuestros amigos peludos, pero no es bueno —ni para ellos, ni nosotros— crear dependencia y apego. Debemos entender que por mucho que los consideremos miembros de la familia no son humanos. No podemos pretender humanizarlos porque eso los desestabiliza.
Los perros necesitan ser perros: necesitan correr, jugar, socializar con otros perros, necesitan tener su propia identidad. Un perro será más feliz si le permitimos ser perro.
Escrito por: Elena Pedrozo