Escrito por: Adriana Barroso
Los “sentimientos de inferioridad” tienen su origen en la infancia, ya que el ser humano nace totalmente desvalido en comparación con otras especies, y hay un periodo extenso en el cual el bebé es totalmente dependiente de su madre.
Alfred Adler fue un teórico de la personalidad contemporáneo de Sigmund Freud, aunque perteneció a la Sociedad Psicoanalítica de Viena (de la cual fue el primer presidente) tenía puntos de desacuerdo con Freud por lo que terminaron separándose.
Para Adler los “sentimientos de inferioridad” tienen su origen en la infancia, ya que el ser humano nace totalmente desvalido en comparación con otras especies, y hay un periodo extenso en el cual el bebé es totalmente dependiente de su madre para satisfacer sus necesidades básicas. Entendidos de esta forma, los sentimientos de inferioridad son la base para lograr un mejoramiento en la vida. Debido a este sentimiento de inferioridad, con el cual todos nacemos, vamos buscando la “superioridad” como algo también innato que nos lleva a ir hacia arriba, de inferior a superior, y la forma para hacerlo está determinada por la cultura a la que pertenece cada individuo.
Adler señalaba que el neurótico actúa como si fuera fuerte exagerando su propia importancia (complejo de superioridad) o como si fuera débil (complejo de inferioridad) apartándose de sus capacidades reales. Las debilidades se usan como un excusa para no conseguir sus objetivos o bien para hacer objetivos irreales y de esta forma sentirse menos o inadecuado. Como vemos en este caso el sentimiento de inferioridad es desadaptativo y no cumple su fin: ser el impulso que nos lleve a vencer los retos de la vida.
Para este autor la psicoterapia debía estar orientada a restablecer el sentido de realidad de la persona permitiéndole conocer sus errores en los objetivos que se ha planteado o en su estilo de vida.
Podemos concluir que, de acuerdo con esta teoría, todos nacemos con sentimientos de inferioridad; por lo que todos estamos en la posibilidad de presentar el “famoso” complejo de inferioridad. Está en nuestra decisión, al detectarlo, trabajar en él o seguir usándolo como pretexto para no crecer.
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