Pese a que nuestras acciones, decisiones, personalidad y prácticamente todo lo que somos parte de nuestro cerebro, lo cierto es que no sabemos mucho sobre éste, ni tenemos tanto control como pensaríamos. La mayoría del tiempo actuamos por inercia, siguiendo los aprendizajes que a lo largo del tiempo han quedado grabados en nuestro cerebro.
A lo largo de nuestra vida, tenemos experiencias que forman rutas de acción en nuestro cerebro, para facilitar nuestras respuestas al entorno, y son el filtro a través del cual vemos el mundo.
La neuroplasticidad, es la capacidad que tiene el cerebro de formar nuevas conexiones para guardar esos aprendizajes; el cerebro se ajusta según como lo utilicemos, por lo que si queremos cambiar nuestra visión del mundo, es posible reestructurar la forma en que nuestro cerebro está programado.
Los hábitos son de los aprendizajes que más arraigados están. La repetición constante los ha hecho parte de nuestro funcionamiento automático, pero eso no significa que sean parte de nuestra personalidad; tendemos a confundir quienes somos con lo que hacemos, pero lo cierto es que nuestros hábitos son simplemente rutas de acción aprendidas, que se pueden modificar. El primer paso será ser conscientes de esos hábitos tóxicos y darnos cuenta de cómo nos hacen daño, de ahí, habrá que entrenar a nuestro cerebro para aprender nuevos hábitos.
Claro que no será sencillo, hay una razón por la que hemos formado esos hábitos y forma de ver el mundo; han sido útiles hasta cierto punto. Es por eso que algunos especialistas sugieren que debemos averiguar qué es lo que respalda aquello que tenemos grabado; hacer conscientes las creencias detrás de la forma en que vemos el mundo, nos permitirá cambiarlas.
Podemos ver el mundo de forma más positiva, podemos superar las barreras que nos impiden superarnos, romper con esos viejos hábitos dañinos y enfrentar el mundo con una actitud más positiva y sana; para lograrlo solo hace falta reprogramarnos. El cambio requerirá esfuerzo y sobre todo constancia; la clave es la repetición.
Escrito por: Elena Pedrozo