En promedio, pasamos la tercera parte de nuestro día en el trabajo (si consideramos una jornada de ocho horas); si ese tiempo lo sufrimos y pasamos la mitad de la jornada esperando que el reloj marque la hora de salida, es evidente que somos menos productivos y las posibilidades de crecer en la empresa se reducen; sin mencionar el daño a nuestra salud emocional...
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