En la mayoría de las empresas se sabe que es necesario que los empleados estén motivados para que haya suficiente productividad. El problema es que muchas veces los jefes no saben cómo lograrlo. O en otras ocasiones se encuentran con que los empleados no están dispuestos o comprometidos. Lo que no pensamos es que nosotras mismas podemos hacer mucho para motivarnos.
Cuando no estamos contentas con el trabajo puede resultar que nos pese demasiado el día a día. Que nuestras actividades en casa o con las amigas se vean contaminadas por nuestro desgano en el trabajo. Los domingos en la tarde pueden ser pesados como cuando de niñas no queríamos que al llegar a el lunes. No estar motivadas es desperdiciar el aquí y el ahora. Es tirar por la borda minuto a minuto, día tras día, semana tras semana de nuestra increíble vida.
Más que el sueldo o el tipo de trabajo, lo que nos motiva más es saber que estamos trabajando por un propósito mayor. Cientos de miles de personas trabajan sin sueldo en la construcción de Wikipedia. Y lo hacen felizmente pues saben que están transformando al mundo al diseminar información útil y gratuita. La clave: saber que somos parte de una misión valiosa. Reconocerlo.
¿Para qué trabajas?
El trabajo que tenemos no necesita ser de impacto mundial. Lo realmente importante es que nosotras mismas percibamos que nuestro trabajo contribuye para darle valor a algo o a alguien (sea el jefe, un cliente, una lectora o tu familia). Lo valioso no es cuan grande o pequeña sea tu contribución, sino que tú misma sientas que genuinamente estás haciendo algo por alguien que vale la pena.
