Pocas oportunidades para explorar nuestro interior como salir de vacaciones. Cuántas veces no escuchamos por ahí “sé tú misma” pero en realidad no sabemos serlo. ¿Por qué? Muchas veces no tenemos una idea clara de qué, o quizá la tenemos, pero no sabemos cómo lograrlo. Poco a poco hemos sido capturadas por la rutina y nos quedamos con una sensación de estar automatizadas por el día a día en algo que no es lo que deseamos. Aquí es donde el paréntesis de las vacaciones es una oportunidad de descubrimiento y liberación.
Las vacaciones permiten relajarnos y ver la realidad cotidiana desde una perspectiva más lejana. Ya no tenemos que estar en guardia. Una vez que estamos más calmadas podemos explorar a fondo cuáles son nuestros verdaderos intereses y deseos. Y es que en ocasiones evitamos ser lo que queremos ser pues preferimos callar ante la posibilidad de crear un conflicto en nuestra relación amorosa, familiar, social o laboral.
Las vacaciones nos permitirán analizar qué queremos o qué no. También pensaremos cómo podemos comunicarlo sin crear disturbios en las diferentes relaciones. Como si fuésemos espectadoras de nuestra propia vida, durante el relajado tiempo de las vacaciones –una suerte de intermedio teatral– podremos observarnos y hacer pequeñas adecuaciones a la obra para que el personaje principal logre lo que se propone.
¿Qué quieres?
Cuando repases aquellas situaciones que te resultaron incómodas – aquellas donde sientes que tus objetivos están en conflicto – trata de observarte sin juzgar nada. Fíjate bien en los hechos. Detecta los sentimientos. De nuevo, no te dejes llevar por juicios. No señales. Una vez que te has contado la historia, ubica cuál es entonces la dirección preferida y trata de encontrar un término medio. En tu cabeza intenta negociar para que tú y el otro logren lo que cada uno desea.