Los miedos, miedos son; sin embargo los vivimos como si fueran algo más que eso en sí mismos. Le damos una connotación tan grande, un espacio tan importante en nuestras vidas, que antes de consultarlo con nuestra almohada, lo hacemos con ellos para dar ese paso en nuestra vida. Adjudicamos a los miedos una naturaleza mágica, una existencia propia e independiente a nosotros mismos; una especie de comunidad intra-humana que cohabita en una dimensión paralela con quienes somos.
Ellos dirigen los sentidos de nuestras decisiones en cada ámbito, nos indican si seguimos apostando a ese proyecto, si nos comprometemos al máximo en una relación, o si es mejor no hacer nada, guardarnos las “ganas”, mirar para otro lado y quedarnos ahí, en ese lugar del que queremos salir desde hace tiempo porque no nos resulta satisfactorio, porque la humedad de la soledad ya nos agrieta los bronquios, y la inquietud por saber ¿Qué hay detrás de la puerta?, nos intranquiliza; queremos salir a jugar, pero ellos, simplemente nos paralizan; nos atan las piernas en el cemento de la rutina o colocan las estacas de la conformidad, “es mejor malo conocido que bueno por conocer”, nos acarician con sonrisa contenedora, y cedemos, creyendo ingenuamente (aunque otras veces no tanto) que tienen razón.
Quizás, en repetidas oportunidades, te has mirado al espejo y preguntado ¿Qué es lo que pasa con mi vida? ¿Estoy en el lugar que quiero estar? Y si la respuesta es NO, probablemente sea hora de comenzar a fumigar los miedos.
Empecemos otra vez…
Los miedos son según el cristal con que los miras. Tenemos miedos funcionales, que son aquellos que actúan como detectores biológicos o alarmas frente a situaciones y nos amparan del peligro. En este caso el miedo NOS FUNCIONA, nos sirve, nos abre POSIBILIDADES, nos protege. Si no contáramos con estos miedos, no tomaríamos precauciones para cruzar una calle porque no temeríamos ser atropellados por un auto.
Existen otros miedos que son los disfuncionales, y estos son los que nos paralizan emocionalmente a hacer aquello que es importante para mi vida. Se disparan basados en “hechos del pasado”, en experiencias anteriores y ante eventos similares, respondemos en forma automática, bloqueándonos, deteniéndonos.
Este miedo se ha fundado y erguido en algún momento de nuestra niñez; cuando veíamos al mundo como un depredador gigantesco y no poseíamos herramientas para afrontarlo. Crecimos y seguimos arrastrando esa creencia “no tenemos herramientas para afrontar” las amenazas del exterior. Y cuando la amenaza es inversamente proporcional al tamaño de los recursos, es decir, es mayor a lo que “puedo recurrir” entonces aparece el miedo.
La acción es la antítesis del miedo. Si tienes miedo, simplemente haz lo que tengas que hacer. No te quedes mirando, pensando, sintiendo, ve y hazlo Y este miedo, no siempre aparece en honestidad emocional, o anunciando a viva voz que es “miedo”, muchas veces utiliza disfraces, máscaras para presentarse.
Algunas de ellas pueden ser: “yo no nací para eso”, “no tengo tiempo”, “más adelante pruebo”, “es mejor estar sola/solo”, “lo hago mañana”, “no es para mí”, “yo tengo la razón”, “no me gusta”, “una relación, ¿para qué? Si, al final siempre te lastiman”, “los hombres son todos iguales”, “el amor es sufrimiento”, “prefiero que me amen a amar”, “ya estoy vieja para esas cosas”, “a esta edad ya no voy a cambiar”.
Detrás de esta frases, muy a menudo se encuentra el miedo impidiéndonos cambiar nuestra jugada. Y nos perdemos la oportunidad de ver qué hay detrás de él, qué hay ahí esperando, cómo sería la vida si el miedo no existiera.
El problema del miedo no es que exista, sino que aprendemos a convivir con él como si fuera nuestro guía espiritual; a escucharlo y a hacerle caso. Lo vivimos como natural, como inherente a nuestra personalidad.
Por el mundo, hay muchas personas viviendo una vida poco plena o satisfactoria, porque han hecho del miedo su aliado. Si no “tuviera miedo a comprometerme, hubiera dicho que sí a su propuesta de matrimonio”, si no tuviera miedo al éxito, hubiera aceptado ese trabajo en New York”, “si no tuviera miedo a creer que no podría, hubiera estudiado en la universidad”, “si no tuviera…hubiera”; siempre esperando las condiciones “especiales” para SER.
¿Qué es el miedo (disfuncional)?
El miedo es simplemente la conversación interna que tenemos respecto de algo, basado en creencias que se justifican en el pasado. Es decir, el miedo es una interpretación que hicimos en un tiempo dado y luego sostenemos, sin darnos cuenta que tenemos la libertad de responder de una forma creativa; sin embargo... “En el ayer sucedió que cuando era niña en un acto escolar, tenía que recitar una poesía, me paré frente a todo el público y el micrófono empezó a hacer ruidos extraños, yo seguí recitando la poesía pero me puse tan nerviosa que me equivoqué y la gente estalló en carcajadas. Desde ese momento tengo miedo a hablar en público.” Ejemplos como éste, existen a montones, seres que apagan sus luces fundados en hechos del pasado; reviviendo las historias, una y otra vez; respondiendo en forma automática y aprendida, convirtiéndose “víctimas emocionales” de sí mismos; apartándose de la posibilidad de ser creativos y valientes.
Valiente no implica no tener miedo, sino aprender a aceptarlo y saber qué hacer con él. Poder reconocer que tenemos miedo a determinados vínculos, consecuencias, o emociones nos hace libres; ese “reconocimiento” nos permitirá salir de la parálisis y hacer cosas distintas.
Creer que tener miedo es y será nuestra única forma de vivir, es una creencia que nos acorta armonía.
La acción es la antítesis del miedo. Si tienes miedo, simplemente haz lo que tengas que hacer. No te quedes mirando, pensando, sintiendo, ve y hazlo; así aprenderás a conquistar a esa emoción.
No pienses en las consecuencias, la mayoría de las veces te sorprenderás que no pasa lo que pensabas y que por el contrario, el arriesgarte te ha acercado a lo que deseabas.
Imagina; ¿cómo sería tu vida sin miedo?, ¡suelta el control y VIVE!
Escrito por: Chuchi González
Directora General Desarrollo Humano Crear-T
Coach ontológico y Tallerista Motivacional