Lo que engordas de niña, lo sufres de adulta
A
ntes se pensaba que al adelgazar, la grasa desaparecía. Estudios actuales han demostrado que al adelgazar las células grasosas no desaparecen, tan solo enflacan. Al adelgazar, los adipositos que componen el tejido graso reducen su tamaño pero se mantienen ahí durante la vida adulta.
Es durante la niñez y la adolescencia cuando, al tener sobrepeso, se crean y se multiplican los adipositos. Crecen en número y luego no desaparecen. Si de niñas y adolescentes fuimos gorditas, de adultas será mucho más fácil engordar pues los adipositos que generamos de pequeñas permanecen dentro de nosotras.
Un niño o adolescente obeso mantendrá durante su vida adulta una fuerte tendencia a tener sobrepeso. Además, no debemos olvidar que el sobrepeso incrementa las posibilidades de contraer enfermedades graves como la hipertensión, la diabetes — cada vez hay más niños con esta enfermedad — males del corazón, algunos tipos de cáncer, apnea del sueño, osteoartritis, malesSi de niñas y adolescentes fuimos gorditas, de adultas será mucho más fácil engordar pues los adipositos que generamos de pequeñas permanecen dentro de nosotras
cerebrales, entre otras. Un niño gordo no sólo pone en riesgo su vida futura, sino que tiene bajos rendimientos escolares por problemas de memoria y concentración. Y es una persona estigmatizada por sus compañeros. El sobrepeso aplasta su autoestima.
Los niños no se dan cuenta qué tanto comen. Si les preguntamos, casi siempre tienden a subestimar la cantidad de comida que ingieren. En los gorditos, la comida es una especie de amiga cómplice. Tienen una relación afectiva con ella. Y es algo que desde bebés aprendimos. Es la comida nuestro primero contacto con mamá. Nuestro primer placer. Más grandes podemos comer como los grandes. O comer como papá. Ser como papá. De ahí que muchas veces la obesidad corre en familias enteras, generación tras generación. La comida también sirve para enmascarar una depresión. Las penas con pan son menos. El niño con sobrepeso se siente mal y por lo mismo come más.
En forma
Casi en todos los casos, los niños obesos son más inmaduros que sus padres. Sea porque los papás los consienten o sea porque su autoestima es más baja o porque no se relacionan con sus amigos. Se aíslan. Y generalmente, se colocan pasivamente frente al televisor. Comen mientras ven la tele. Una manera para evitar que tus hijos engorden, es el estimular que ellos se diviertan en otras actividades. Deportes, juegos diversos, actividades con los amigos, lectura, son algunos quehaceres que puedes estimular, sin obligar. Por tus hijos, revisa también los hábitos familiares. Más ejercicio, menos sedentarismo, más ensaladas, menos postres. Con un poco de cuidado, verás como pronto tendrás una familia en forma.
Escrito por: Equipo SuperMujer