Tips para un consumo óptimo
El primer vino espumoso del mundo es el champaña. Su nombre proviene de la región geográfica donde se elabora, localizada en el noreste de Francia. México, siempre respetuoso de sus relaciones internacionales, emplea solamente el nombre de vino espumoso, para sus productos de este tipo, mientras que algunos productores de otras partes del mundo han usado indebidamente esta denominación que pertenece a Francia.
Según las crónicas, el descubrimiento del champaña fue el resultado de una casualidad. Dom Pérignon, monje encargado de cuidar y preservar los vinos en su convento, se dio cuenta de que una partida embotellada con azúcar residual y levaduras, había refermentado en las botellas, llenando el vino de espuma.
Casi todos los platillos se pueden también acompañar con vino espumoso si se desea permanecer desde el principio en la misma línea Debido a lo sorpresivo del “taponazo”, a lo vistoso de su espuma en la copa, y a su imagen de elegancia, el vino espumoso se consume principalmente en fechas y acontecimientos especiales.
Sin embargo, gastronómicamente hablando, armoniza perfectamente con la comida, y cada vez son más las personas que lo toman por el simple gusto de saborearlo: la degustación de un buen vino espumoso es, por sí sola, todo un acontecimiento.
Otra modalidad de muy buen gusto, es tomarlo como aperitivo. De hecho, el momento en que el gusto y olfato están más sensibles, es antes de empezar a comer: una copa de vino espumoso frío, junto con unos finos canapés, resulta un excelente aperitivo. También lo es llamado “Kyr-royal”, hecho a base de vino espumoso y de licores, como el de frambuesa, la crema de “cassis” o el “trople sec” de naranja.
En el curso de la comida, casi todos los platillos se pueden también acompañar con vino espumoso si se desea permanecer desde el principio en la misma línea.
Una observación antes de terminar: si se quiere disfrutar ampliamente de un vino espumoso, habrá que evitar el uso de los llamados “agitadores de champaña” que, al expulsar el gas, harán que el producto pierda mucho de su encanto.
Por: Julio Michaud
Enólogo.
Fuente: Radio Fórmula.