Escrito por: Chuchi González
Desde hace un par de meses hasta el presente, debo contestar en forma casi cotidiana, la misma y repetida pregunta, inquietud e incertidumbre de quienes me conocen, me imaginan, o de mí sólo saben un nombre.
Si fuera hombre nadie se atrevería a indagar, inclusive unos cuántos aplaudirían. Pero siendo mujer casi cuarentona, el interrogante parece obvio ¿Por qué estás sola? Sinónimo de ¿ Por qué no te has casado? Mi respuesta es siempre la misma, una mueca disfrazada de sonrisa con la responsabilidad de haber elegido el camino del salmón. Seguir la contraria vereda de las costumbres, e ir contramano de los mandatos sociales.
He descubierto en mi viaje por la vida, que mi gran vocación es trasmitir, enseñar, escribir, encontrarme con muchos otros y compartir las experiencias que cada quién guarda en su mochila, y que mi estado civil, es un bien preciado, del cual hasta hoy, no he tenido deseos de desprenderme. Alguna que otra vez, soñé a lo estúpida "transformarme en la mujer de..." pero sólo un sueño, un simple "mmm, que lindo sería..." y sólo eso. Nunca me apropié de la idea. Nunca le puse más acción que unos cuántos pensamientos. Y mirando hacia atrás, exhalo gran alivio porque era un error que me llevaría a una muerte anunciada.
Mi soltería para algunos es una expedición salvaje a conocer muchos hombres (¿?), para otros es producto de mi personalidad, y para unos pocos "mala suerte". Mi tía cada vez que me llama me pregunta con ansiedad "¿y nena conociste a alguien?" y la verdad es que nunca me había puesto a reflexionar sobre esa pregunta; y aprovechando que cada quién "interpreta" desde su particular observador, hoy puedo gritar con una sonrisa inmensa en los labios: Sí, tía me conocí a mí.
Tal vez para muchos eso no sea demasiado, aunque en rigor de verdad, y dado los gajes de mi oficio, cada semana encuentro gente que va a un salón a confesar " que quieren conocerse". Yo me presenté a mí misma, y fue un placer.
En mi discurrir por la soltería, he advertido que a diferencia de lo que otros creen - pozo negro del cuál una mujer debe rezar para ser rescatada-, es un sendero de comunión con nuestra guía interna; en el espacio libre de sapos yo he logrado conectarme con mis propios mensajeros y he sabido conocer mis dires y diretes, mis gustos, y mis disgustos, mis rencores, y mis colores, mis sueños, y mis pesadillas. Me despojé de ideas erróneas sobre el amor, mandé por correo al país de las maravillas al príncipe azul, y aprendí a elegir lo que quiero para mi vida, sin importarme las expectativas del mundo exterior.
Hoy puedo declarar que CREO (del verbo crear y creer) en el amor, como una fuente de energía que nos liga y hace fluir, que su magia radica en comprender que cuando un hombre y una mujer, deciden ser pareja se están comprometiendo a aceptar que a esa relación llegan dos con sus mundos a cuestas, y que están dispuestos a hacer lo necesario para que ambos rueden en la misma órbita; sabiendo que día a día se elijen porque bailar juntos ese ritmo hace que las luces de cada uno sean más brillantes.
Escrito por: Chuchi González