Conviene implementar una serie de precauciones sencillas que otorgan mucha tranquilidad al pensar en el bienestar de los niños en casa.
Los consejos
- Hablar con los niños. Aunque no siempre sean capaces de comprender la gravedad de sus actos, de alguna manera hay que inculcarles ciertos comportamientos y advertirles de ciertos riesgos, siempre con palabras claras y simples, que conozcan. Es importante considerar que los niños pueden recordar todo lo que un adulto diga en cualquier momento. Si para lograr que el pequeño tome unas medicinas con más facilidad el adulto las llama "caramelos", es posible que, ante la menor oportunidad, el niño busque tomar esos "dulces prohibidos". Por eso, no se puede desdeñar nunca la responsabilidad de los comportamientos de los adultos ante los niños.
- No dejarles solos, sobre todo, cuando son muy pequeños. Si los padres deben ausentarse de casa, es conveniente que busquen a alguien que acompañe y vigile a sus hijos. A medida que los pequeños crecen, esta regla se puede flexibilizar.
- Emplear mecanismos de vigilancia o intercomunicación. Para eso existe la tecnología. Los intercomunicadores (tanto los de solo audio como los de audio y vídeo) se adquieren por precios muy asequibles y otorgan una gran ventaja al mantener controlados a los pequeños.
- Asegurarse de que las puertas y ventanas del hogar permanecen bien cerradas y los niños no tienen fácil acceso a ellas. Esto incluye también a las puertas y los cajones de los armarios, en especial, los de la cocina. Distintos cierres de seguridad evitan que los niños tengan acceso a utensilios peligrosos, sustancias químicas y objetos de vidrio, entre otros.
- Corroborar que las conexiones eléctricas cumplen con todos los requisitos de seguridad y que no quedan al alcance de los pequeños los cables de los electrodomésticos que están apoyados sobre los muebles (como planchas, batidoras o equipos de sonido). Vigilar también las asas de ollas y sartenes, así como los extremos de los manteles, que el niño pueda tironear hasta tirar los objetos que estén sobre él, que caerían encima del niño y le golpearían o quemarían.
- No dejar a los niños en superficies elevadas y/o con muchos escalones o desniveles, para evitar que se caigan y se golpeen.
- Los juguetes y objetos que manejen -sobre todo los bebés- deben tener un tamaño mínimo que evite que, en el caso de que se los metan en la boca, se atraganten con ellos.
- A medida que el niño crece, cubrir los bordes rectos y las puntas y filos de los muebles en función de sus medidas (sobre todo la estatura y, como consecuencia, la altura de la cabeza), ya que pueden ocasionar heridas y lesiones.
- Es muy importante fijar los muebles a la pared, sobre todo, los armarios que pueden perder estabilidad y volcarse al suelo, como las estanterías, las repisas y los armarios. Existen numerosos anclajes para evitar que, con un simple tirón, los muebles se caigan sobre el niño y le aplasten.
Si a pesar de todas estas atenciones ocurre un accidente, se debe llamar de inmediato al teléfono de emergencia médica (080) para obtener instrucciones sobre cómo actuar. Al respecto, cabe recordar un par de recomendaciones elementales:
- La primera: si el niño se ha caído y está inconsciente, hay que evitar moverlo, aunque se le puede abrigar con mantas.
- La segunda: en caso de quemaduras, es mejor no aplicar líquidos, gasas ni ungüentos, solo agua fría del grifo.
Fuente: www.consumer.es