Amo el mundo infantil, amo lo que significa la sonrisa de un NIÑO, amo verlos felices. Nada en esta vida se compara con la armonía de un pequeño ser. Así que entre colores, fantasía, ilusión, dulzura y esa inocencia maravillosa, quiero en esta ocasión compartir con todas las lectoras que son Mamás, uno de mis cuentos para peques, deseando les guste y por supuesto a los pequeñitos y pequeñitas que puedan escucharlo de Ustedes y los pequeños que ya saben leer.
Yo no soy Mamá, pero cerca de mis cuatro sobrinos aprendí a amar ese mundo feliz desde que llegaron a esta esfera terrenal. Vi nacer a una de ellas y no hay cosa más emocionante, indescriptible y bella que ver la vida nacer de otra vida; verlos a todos dar sus primeros pasos, sus primeras palabras, sus primeras carcajadas, cambiarlos, bañarlos, cantarles, jugar, amarlos y verlos crecer en cada etapa…. Así que no carezco afortunadamente de esa chispita maternal, mi esencia lleva ese color dulce y tierno que me trasmiten los niños, y no sólo ellos que los siento como míos.
La infancia es el brillo mágico que deberían tener todos los niños de este planeta, pero lamentablemente no todos tienen esa fortuna. Amarlos, educarlos y cuidarlos es el tatuaje más importante en nuestras vidas, sean o no propios.
Si en nuestras manos está hacer algo por esos chiquitines quienes no tienen la fortuna de estar en un hogar con ese amor y cuidados escuchando un cuento, hagamos algo por ellos, al menos una oración para que deje de existir el maltrato, el abandono, el abuso y la carencia de amor hacia ellos.
Pronto tendré algo lindo que estoy planeando precisamente para aquellos pequeños que carecen de muchas cosas, y que sé que una historia de fantasía como este cuento entre otras cosas más importantes, les traerán sonrisas y ese brillo que les hace falta. Mientras tanto, con amor les comparto esta tierna historia.
“Greñitas el león perezoso”
Había una vez un león llamado GREÑITAS, el rey de la selva era juguetón y travieso. Le gustaba convivir con todos los animales, se querían mucho entre sí, era un poco perezoso y le gustaba dormir mucho.
Un día al amanecer la señora jirafa, llamada Cleopatra, llevó un delicioso pastel de naranja cubierto de chocolate y unas ricas cerezas que lo adornaban de una manera muy especial, a un lugar muy bello, lleno de flores de colores cerca de una cascada donde se posaba el arcoíris algunas veces, y en dónde hacían sus reuniones todos los animales que en la selva habitaban. Todos los animalitos comenzaron a llegar para partir el pastel y saborearlo con un poco de leche que la señora cabra, llamada Julieta, les había llevado. Llegaron los conejos, las serpientes, los monos, los elefantes, un jaguar, Leo el leopardo y Bernardo el oso goloso; le llamaban así porque le encantaba comer la miel que las abejas recolectaban cada primavera, y se comía todo lo que a su paso dejaban.
Así pues, llegaron todos para festejar que eran felices en aquella misteriosa y bella selva… pero de pronto ¡oh, oh! Falta alguien, comentó Cleopatra, la señora jirafa, y entonces uno de los monos exclamó, “Sí, ¡falta Greñitas!”
“Ya debería estar aquí,” comentó el jaguar, y todos se preguntaban ¿que pasaría con él? Pasó tiempo, una hora, dos horas, y Greñitas no llegaba. Entonces dijo el señor Búho, “Si no llega nuestro amigo león, el chocolate del pastel se derretirá con el calor y ya no lo podremos disfrutar de igual manera, ¿que les parece si guardamos una rebanada para Greñitas y lo partimos de una vez?” “¡Sí!, dijeron los conejos con gran alegría. “¡Pastel, pastel!” gritaban los más pequeños, entonces comenzaron a partirlo y a repartirlo. Todos felices y contentos disfrutaban su rebanada de aquel delicioso pastel y un vaso de leche. Se hizo tarde y Greñitas no apareció, entonces cada uno se retiró después de haber terminado, y deseándose buen día tuvieron que irse para trabajar cada quien en lo que hacía. La rebanada de pastel que habían guardado para Greñitas, finalmente se la dejaron a una vieja chita que ya no salía de su cueva porque estaba muy vieja y cansada.
Después de mucho tiempo llegó Greñitas al lugar donde habían quedado todos de verse muy temprano para partir el pastel. Entonces, asombrado, dijo en voz bajita, “¡Qué raro! todos deberían estar aquí, es muy curioso que solo yo haya llegado…mmmmm, bueno esperaré un rato a ver quien llega.” Entonces se sentó a esperar paciente. De pronto, una voz pequeña y clara dijo, “¡Ay amigo león! como siempre, llegando tarde por dormilón.”
Y volteando para un lado y otro Greñitas preguntó, “¿Quién eres?”.... “¡Soy yo! tu amiga Rita, la hormiga mayor de esta selva. ¿Qué no te das cuenta de la hora que es? ¡Son las doce del día, Greñitas, y tú apenas te levantaste! Es el colmo contigo, siempre de perezoso. Eres muy agradable y buen amigo, pero demasiado perezoso y eso te ha costado que tu rebanada de pastel y tu vaso de leche. La hemos regalado a la vieja chita por no haber asistido a nuestro compromiso.”
Entonces, Greñitas se puso triste y derramó unas lagrimitas, pero la pequeña hormiga le dijo, “Aprende esta lección, amigo león, si te hubieras levantado temprano, te hubieras arreglado y llegado a tiempo, nada de esto hubiese pasado, ¿estás de acuerdo, amigo? Debes reconocerlo en lugar de llorar.” Greñitas volteó hacia ella y le dijo, “Sí, amiga hormiga, he aprendido la lección y ya no seré perezoso, me levantaré a buena hora todos los días y así ya nunca más me volveré a perder de una deliciosa rebanada de pastel cubierto con chocolate, podré realizar ejercicio por la mañana y haré muchas cosas que no aproveché por dormir demasiado.”
Entonces Rita, la hormiga, le obsequió a Greñitas un terroncito de azúcar para endulzar su media mañana y que dejara de llorar; se miraron y comenzaron los dos a reír. Greñitas dejó de llorar prometiendo no dormir tanto nunca más para no desaprovechar el tiempo y hacer cosas productivas y esperar la noche para poder descansar feliz, después de haber aprovechado todo un bello día.
Para todos los pequeñitos con amor y Bendiciones…
Escrito por: Paloma Sly
www.paloma-sly.blogspot.com