Bienestar

Amarse a uno mismo

amarse-a-uno-mismoUno de los temas que en la actualidad se encuentra muy de moda es “el amor a uno mismo”, tan es así, que encontramos campañas publicitarias de costosas marcas de ropa deportiva o centros de acondicionamiento físico, promocionando que el “amor a uno mismo” inicia con el cuidado corporal.

Después vemos anuncios de cremas, tintes, maquillaje, ropa, etc., que proponen que el “amarse a uno mismo” es arreglarse, vestirse, maquillarse con tal y cual producto o tan simple como escuchar a una amiga, una madre, un maestro que te dicen “debes quererte a ti mismo (a)”.

Muchos lo mencionan, pero pocos saben el verdadero significado. Si hiciéramos una encuesta preguntando a la gente qué entiende por “amarse a uno mismo”, algunos probablemente responderían: “Aceptarme tal cual soy con cualidades y defectos.” Dicha respuesta la podemos tomar como correcta; el amarse a uno mismo, es decirme a mi mismo, decir a mi aspecto físico, a mi manera de pensar, a mi manera de sentir, a mi manera de relacionarme con los demás. Es por ello que surgen las siguientes preguntas:

  • ¿Cuántas veces al día te dices sí a ti mismo, sin compararte con otros?
  • ¿Cuántas veces te has mirado al espejo y has dicho me gusta lo que miro?
  • ¿Cuántas veces has dicho disfruto mi profesión o mi trabajo?
  • ¿Cuántas veces has dicho, me gusta ser como soy?

Si en las preguntas anteriores tu respuesta fue casi nunca, tienes trabajo que hacer; y si de lo contrario respondiste frecuentemente de manera positiva, debes observar si ese positivismo es objetivo o narcisista, si es éste último también tienes que trabajarlo.

El amarse a uno mismo no es idolatrarse como hace el narcisista, al contrario es observarse, es mirarse con una mirada objetiva, con una mirada fenomenológica, es decir como si te consideraras un objeto de estudio para conocerte.

Hagamos un ejercicio:

Te detienes un momento, te observas ahí, cansado, abrumado por las exigencias del trabajo, del día a día, el estrés, los compromisos, las cuentas por pagar, la necesidad de crecer monetariamente. Actividades que te privan de darte un respiro para conocer cada parte que te conforma, la manera en cómo reaccionas en ciertas circunstancias, lo que te hacen sentir determinadas personas, ambientes en los que te desarrollas, dónde te sientes seguro, dónde no, qué te complace y por qué, dónde sientes que puedes ser realmente tú y dónde debes fingir o no ser auténtico.

Esta observación la podemos realizar cuando vamos a casa o cuando llegamos a ella y tenemos un momento de paz, hacemos una pausa y recordamos qué pasó durante el día, qué nos hizo sentir cada momento y por qué nos molestamos, nos alegramos o entristecimos. Si miramos estos aspectos tendremos un mayor conocimiento de nosotros mismos y por ende nuestra autoestima se verá mejorada.

Otro aspecto que debemos trabajar es evitar caer en comparaciones; si continuamente miramos lo que tiene el de a lado, nos sentiremos más vacíos, pues no seremos capaces de percatarnos de las riquezas de nuestro ser.

Lamentablemente, vivimos en un mundo globalizado, donde el valor del hombre se ha reducido a una especialidad, un número de tarjeta de crédito, una marca de ropa o auto, un cuerpo escultural, una cuenta de banco con varios ceros. Estamos inmersos en esta forma de vida que nos priva de mirar lo realmente valioso que nos caracteriza y nos empuja a querer ser como el otro.

Si somos mujeres deseamos el cuerpo escultural de X ó Y actriz, porque queremos sentirnos deseadas, ser consideradas como un objeto sexual, reduciéndonos así a un simple deseo. Si somos hombres buscamos tener más mujeres, y para ello necesitas aumentar tus créditos, adquirir un buen auto, lucir atlético, lo que al mismo tiempo nos reduce a la realización de un simple deseo, pero con estatus y estilo.

Adoptar estas actitudes o formas de vida es lo que nos aleja de nuestro ser interior, de quien realmente somos; por esa razón no es raro que en cierto momento de nuestra vida entremos en una crisis existencial y nos preguntemos: “Quién soy, A dónde voy”.

Llegar a este punto es muy sano, elaborar preguntas existenciales es el inicio del contacto con tu Yo interno. Este contacto te llevará a hacerte mil y un preguntas que sólo tú puedes contestar, no el vecino con el súper coche deportivo, no la actriz de telenovela con la larga cabellera y el cuerpo torneado. Sólo tú puedes dar respuesta.

En la medida que respondas te reconocerás, pero sobre todo debes determinar si el camino que has transitado ha sido por convicción propia o por seguir a otros, si los juicios emitidos han sido tuyos o de otros, si las decisiones tomadas han sido propias o ajenas. Si son propias: cómo te han hechos sentir; si son ajenas: qué tan certeras resultaron y cómo influyeron en ti.

Después de esta observación delimitarás criterios, situaciones, personas. Puedes comenzar a mirarte como un ser inacabado, porque lo eres. Los seres humanos estamos en continuo cambio, nunca somos los mismos, al contrario día a día descubrimos algo nuevo de nosotros que nadie más lo tiene.

Amarse a uno mismo no sólo es cuidar nuestra alimentación, nuestro cuerpo, la forma de vestir, el arreglo personal. El amarse a uno mismo es mirarse con una mirada desnuda, sin poses, marcas, estilos; es reconocer en esa mirada lo auténtico que somos y si lo descubrimos, entonces por convicción, comenzaremos a cuidarnos físicamente, vestirnos como nos gusta, degustar la comida que preferimos, consumir la bebida que nos agrada, cuidando siempre que aquello que decido no me afecte. Por ejemplo:

Si me percato de mis defectos, éstos los puedo modificar para sentirme mejor conmigo mismo, es decir me gusta el tabaco, por lo que me fumo unos 10 cigarros al día. He notado que por este consumo diario me levanto con una ansiedad tal que debo prender un cigarro antes de iniciar cualquier actividad, sin importar la dificultad para respirar que a veces se me presenta, mi piel se nota ceniza, me agoto con facilidad al querer realizar algún deporte o una simple caminata, mi mucosidad en ocasiones se presenta negra, mi dentadura se ha ido amarillentando, y tanto mi sentir físico como mi aspecto no me son del todo agradables. He pasado por alto todos estos indicadores, pues no me agrada que la publicidad o la gente cercana a mí me diga qué hacer con mi vida.

En este aspecto debemos hacer un alto y preguntarnos por qué fumamos. So fue una decisión propia o ajena, en realidad me siento bien cuando fumo, en verdad lo considero un hábito que es más fuerte que mi voluntad y por ende no lo puedo dejar, aunque su compañía ya no me resulte tan placentera, dejo de ser yo sin el cigarro, el cigarro representa todo lo que soy. Si aplicamos este ejercicio en cada defecto, mal hábito o vicio que tengamos, las respuestas que obtendremos nos sorprenderán.

Cuando actuamos por convicción el reflejo que miramos en el espejo nos resultara grato, admirable y familiar, porque nos atrevemos a ser.

Escrito por: Lilián Sotelo

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

*