Bienestar

Aprende a decir NO

decirnokHoy por ti, mañana por…ti

Parece que fuera un asunto cultural que en México no sabemos decir que NO. Cuántas veces nos quedamos con las ganas de poder decir: “No puedo llevarte a tu casa, pues tengo otro compromiso”, “no puedo quedarme más tarde, ya que me tocaría todo el tránsito”. Qué decir de un maestro que le diga a su grupo de alumnos: “Eso, no lo sé”. Qué tal cuándo nos preguntan por una determinada dirección en la calle, dentro de nuestra misma colonia: “No sé, pero se va dos cuadras hacia abajo dobla a la izquierda y la tercera a la derecha”, jajaja.

La lista de ejemplos es interminable en nuestra vida cotidiana. La cosa empeora cuando se trata de algún familiar o un amigo que nos piden favores casi imposibles. “Ándale, no seas malita, hoy por mí, mañana por ti”.
Tuve la oportunidad de asistir a una conferencia sobre las relaciones interpersonales. Escuché varias veces decir: “tenemos que aprender a poner límites sanos y amorosos”. Maravilloso, pensé, pero: ¿cómo le hago? Cómo le digo a mi madre de la manera más sana y amorosa posible que no se meta en la educación de mis hijos; cómo le digo a mi padre que deje de lanzar sus críticas a mi marido cada vez que tiene oportunidad de hacerlo; cómo le niego un préstamo a uno de mis hermanos, quien por cierto, nunca me ha pagado ni un centavo; cómo le niego el permiso a mi hijo para ir a la fiesta, aún cuando está castigado por sus “buenas” calificaciones. Reconozco que no quiero parecer como la “malita” por negarme a las “peticiones”.
No se trata de ponerse ruda o entablar una batalla campal con tu inconsciente cada vez que alguien te pide algo. Sino de manera natural y cortés establecer tu punto de vista Lo interesante es reflexionar un poco en el porqué nos sentimos tan culpables cuando se trata de establecer un límite; esa necesaria barrera entre lo posible y lo no negociable en cualquier relación interpersonal. Además de la culpa, también nos sentimos enojadas por hacer algo que no queríamos. Nos decimos: “pero si yo no quería hacer ese favor”, “por qué siempre me siento utilizada por los demás”. Si pudiera decir que NO sin sentirme tan incómoda. Dicen por ahí que los extremos son malos hasta en la virtud. No se trata de ir por la vida siendo “el/la hostil”, que hasta cuando nos pidan la hora contestemos con un rotundo NO. Estar siempre a la defensiva es agotador.
Pero regresemos a los límites sanos y amorosos. Para poder fijarlos es necesario que podamos reconocer nuestras propias necesidades. Saber de nuestros propios límites para así respetarlos. No podemos pretender que los otros respeten lo que nosotros mismos no cumplimos. ¿Cuáles son tus límites? Tal vez puedas decir: “El amor por los hijos no tiene límites”, según estudios recientes tampoco lo tiene el daño emocional que provoca la sobreprotección.
No temas parecer como la mala por delimitar tus posibilidades. En la medida que los demás se den cuenta que eres tú quien respeta sus necesidades, sabrán que puedes o no aceptar hacer un favor. No se trata de ponerse ruda o entablar una batalla campal con tu inconsciente cada vez que alguien te pide algo. Sino de manera natural y cortés establecer tu punto de vista. Es un ejercicio que al inicio es difícil, pero te sorprenderás de los resultados maravillosos si lo sigues intentando. Nunca faltará la fiesta familiar a la que tengas que acudir, pero si ya estás ahí, pues flojita, cooperando y…salud!

Escrito por: Maricarmen Díaz Juárez

Leave a Reply

Your email address will not be published. Required fields are marked *

*