Familia

Autonomía en la niñez evita adultos inmaduros

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Tan importante como no sobreproteger es no sobre exigir. Para ello es necesario tener en cuenta la edad del niño, su capacidad y posibilidades. Es substancial crecer con hábitos de autonomía y responsabilidad desde temprana edad.

“Es primordial no educar a nuestros hijos en la sobreprotección o en no dejarles que aprendan por si mismos. Si actuamos así habremos hecho mal nuestro papel y el resultado será tener el día de mañana personas inmaduras, pasivas y muy dependientes”, explica Myriam García de Arboleya, Directora Psicopedagógica de Nemomarlin. “Hay una edad en que el niño empieza a tener iniciativa y quiere descubrir. Si coartamos ese ánimo, estaremos educando un niño apagado, pasivo y sin motivaciones, por eso hay que darles oportunidades y dejarlos que corran riesgos medidos, según su edad, por supuesto. Si hay un no, debe ser por un riesgo real y lo mejor será explicar el motivo de la negativa haciendo hincapié en el riesgo que se está corriendo.

Si el riesgo no es real, hay que soltarlo, pero soltarlo significa que aprenda a responsabilizarse de sus propias experiencias, no significa abandonarlos en esa tarea. Autonomía y responsabilidad van de la mano, la capacidad de elegir conlleva hacerse cargo de la decisión tomada”, finaliza la Directora Psicopedagógica.

Gran parte del trabajo de padres y educadores ha de basarse en modelar hábitos de autonomía y responsabilidad desde la más tierna infancia. Hay dos elementos clave a la hora de educar un hábito: el amor con el que se le enseña y la perseverancia que se le pone. “No debemos olvidar que un hábito se logra a partir de la repetición y que la total adquisición de una habilidad no se da de un día para otro. Es importante valorar los logros parciales de los niños, alentarlos para que sientan que son capaces y que pueden mejorar y seguir progresando”, añade.

El niño querrá ir haciendo cosas solo: caminar, correr, gatear, saltar, investigar objetos y situaciones, ponerse la ropa, lavarse los dientes, atarse los zapatos... logrando cada vez una mayor autonomía. Es bueno alentar al niño a resolver sencillos problemas a través de juegos, juguetes y situaciones cotidianas. Si se le da la posibilidad de hacer acciones solo y mostrar sus logros, se aumentará la confianza en sí mismo.

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