Cuando escuchamos las palabras “sauna” o “jacuzzi”, lo primero que nos viene a la mente es la tranquilidad y relajación que ambos aportan. Pero, lo cierto es que, tanto la sauna como el jacuzzi tienen otros muchos beneficios para la salud y la belleza.
- Eliminación de toxinas. Al favorecer la sudoración, abren los poros produciendo una limpieza profunda de la piel y ayudando al cuerpo a eliminar los desechos reemplazándolos por oxígeno. Esta limpieza hace de estas actividades un complemento idóneo para preparar la piel antes de realizarse un tratamiento de belleza.
- Estimulan el flujo sanguíneo y mejoran la función cardiovascular. Gracias al calor y la humedad, los vasos capilares de la piel se dilatan y se acelera el ritmo cardíaco. Esto ayuda a nuestro cuerpo a regenerar las células cutáneas y favorece la circulación de la sangre.
- Mejoran la respiración, ayudan a las enfermedades pulmonares.
- Alivio a dolores musculares y la artritis debido a la mejora de la circulación y el efecto beneficioso del calor en la fatiga articular.
- Favorecen el sueño. Gracias a la relajación y al alivio del dolor, aumentan la producción de endorfinas, unas enzimas beneficiosas producidas por el propio organismo y que nos proporcionan sensación de bienestar.
A pesar de sus efectos beneficiosos, la sauna y el jacuzzi también pueden tener inconvenientes en determinados casos. En cuanto a la sauna, se recomienda no superar las 3 sesiones a la semana y está contraindicada en el caso de padecer enfermedades del corazón.
Además, la transpiración excesiva produce la pérdida de mucha agua y minerales positivos para el organismo, por lo que no debemos olvidar hidratarnos bebiendo abundante agua y siguiendo una dieta sana. El jacuzzi, por su parte, no tiene ningún efecto negativo en la salud, pero debe tenerse cuidado en el caso de personas con la tensión muy baja, ya que puede producir una bajada aún mayor.