Boda

Bodas de mentis

Bodas-de-mentis




La novia decía: Sí, acepto a Joel por esposo.
Emocionada, ataviada en un sutil y elegante vestido, pronunciaba tales palabras ante todos los invitados que habían asistido a la ceremonia aquella tarde tan especial. El lugar era hermoso, se llevaba a cabo en un rancho, el cual estaba adornado con grandes arreglos florales en colores amarillos y rosas, se desprendía un agradable aroma a fresco.

 

Esta era una nueva oportunidad para los recién casados, pues ambos lo hacían por segunda vez. En los ojos de ella había una enorme esperanza, acompañada de sus dos pequeñas hijas que estaban presentes vestidas de blanco con sus moños amarillos y rosas entrelazados en sus lindas trenzas.

 

Muchos de los invitados se cuestionaban si aquel hombre estaría a la altura de Graciela, ya que trabajaba como su nuevo administrador en sus tiendas de abarrotes y poco se sabía de él. Cuando empezó a trabajar vestía muy sencillo, pero ella se esmeró en pulirlo y después de un tiempo se vestía de grandes marcas, sabía de buenos vinos y de buenos hoteles, en general de todo lo bueno.

Me gustaría decir que todo resultó favorable, pero por el contrario, él saco todo el provecho posible de su nueva situación. Empezó por surtir con los productos de las tiendas de Graciela a su ex mujer. Además de que cuando Graciela compraba algo para sus hijas, así fuera un cepillo de pelo, Joel siempre le encargaba doble para los de su casa anterior.

Cuando se iban de viaje también se llevaba a sus otros hijos, claro nada de esto se vería mal, sino fuera porque él nunca aportaba en lo económico. En caso de que a Graciela se le ocurriera tocar el tema del dinero él se las arreglaba y compraba un nuevo auto de lujo, pretextando que era para  toda la familia, según con la finalidad de demostrarle a ella que él de alguna manera contribuía, pues claro lo compraba y facturaba bajo el nombre de él.

A pesar de todo lo anterior duraron poco más de una década. Y los hijos de él cada vez que podían se mostraban groseros con Graciela. Una Navidad él le avisó que se iba de viaje con sus hijos, así que Graciela lo retó, le advirtió que si se iba no regresara.

De esta manera al siguiente mes ella fue con un abogado y entonces se enteró de que nunca había estado casada con él. Joel  en cambio seguía casado con la que ella conocía como su ex mujer.

Esta no es la primera historia que sé de hombres que engañan, haciéndose pasar por solteros y que consiguen a alguien para que funja como juez. Es por ello importante investigar ante el registro si existe alguna acta de matrimonio de la persona con la que nos queremos a casar.

Respecto a Graciela ella está en terapia consciente de que tiene que trabajar mucho con ella misma, pues al principio se quedó llena de amargura, con muchos sentimientos negativos  y llevándose  una gran decepción. No obstante el papel de víctima nunca le ha  gustado y está dispuesta  a poner todo lo que este de su parte, para que ahora que esta entrando en su etapa adulta logre encontrar una nueva estabilidad.                                                                                                                                     

Por: Perla Arbide

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