La importancia de la belleza en la reducción de la delincuencia
Como mujeres, como mamás, como creadoras de vida, nada nos preocupa más que el cuidado de la vida misma. Nos preocupa dejar un mundo mejor a nuestros hijos. Y sobretodo nos preocupa este presente. Vivimos en sociedad y nos preocupa lo que ha estado pasando. Secuestraron a un niño. Apareció sin vida. Imposible que fuera una noticia más. Era un niño. Y ahora son su mamá y su papá quienes sufren esa ausencia. Sufrimiento incomparable y para toda la vida. Pero a todas nos ha tocado por igual. Como mujeres, ese dolor lo compartimos. Nos duele y nos indigna. Sí. Basta ya. Todas y todos merecemos vivir en paz.
Ya se ha logrado
Porque sabemos que las mujeres tenemos mucho que aportar, nos dimos a la tarea de averiguar qué y cómo hacerle ante el reto de la inseguridad. Lo primero que hemos averiguado es que sí se puede erradicar, o al menos se puede bajar la criminalidad a niveles razonables. Y sí se puede pues existen muchas experiencias exitosas a nivel mundial. Países de todo tipo lo han logrado; Desde lugares especialmente violentos y multiculturales como Nueva York, hasta lugares envueltos en guerrilla y narcotráfico como Colombia. Incluso una región como Sicilia, infestada por mafias, logró bajar de 250 homicidios a 9 anuales en solo tres años. Increíble pero cierto. Ya se ha hecho. Nosotras también podemos lograrlo.
Hartazgo social
¿Que cómo lo hicieron? Todos los lugares tienen particularidades pero hay rasgos comunes en todas las experiencias exitosas. Dentro de lo más destacable: el hartazgo de la gente ante el problema de la inseguridad. Al “ya basta” de la gente le sigue la participación social a gran escala. Una participación que no implica la sustitución de la policía. No se trata de que salgamos a las calles a hacer rondines para atrapar maleantes. Para eso está la policía. Pero eso es el gobierno. Como tampoco se trata de exigir que endurezcan las penas. De nada sirve tener penas severas si los maleantes están seguros de no pisar la cárcel. Vamos, ni siquiera son detenidos momentáneamente.
Gobierno coordinado y sociedad participando
Cierto: Los gobiernos deben mejorar todas las áreas involucradas en la procuración de justicia. Bajar la impunidad es desalentar la criminalidad. La policía debe mejorar su coordinación. Una policía ordenada y efectiva es urgente. Así se hizo en todas las regiones donde se ha combatido a la delincuencia con éxito. Los fiscales, los abogados, que llevan los juicios contra los delincuentes deben ser premiados por su actuación. Los jueces deben trabajar a favor de la sociedad. Las cárceles no pueden ser universidades del crimen. Todo se debe mejorar. Todo se ha logrado en otros países. Las autoridades deben depurar su actuación. Pero la sociedad no sólo debe exigirles sino también reconocerles sus avances. Ésta sería una primera acción de la sociedad.
El toque fenenino
Otra: O los criminales se retiran del negocio pues saben que seguramente van a parar a la cárcel, o bien como sociedad dejamos de producir pequeños criminales. Aquí está la esencia de la participación social. Lo que nosotras podemos hacer en casa, en la escuela, en la colonia. Más que convertirnos en policías represoras, podemos usar el cariño y la inteligencia femenina para desinhibir a la pequeña criminalidad. Fueron las mujeres las grandes protagonistas en Palermo. Como lo fueron en muchos otros lugares donde se redujo la inseguridad. Y, hay que subrayarlo, no fue porque sustituyeran el trabajo de la policía, sino que trabajaron desde la sociedad en aquello que las mujeres sabemos hacer bien: educar en casa y embellecer nuestro alrededor.
Ordenado y limpio
Como mujeres, a todas nos gusta tener la casa limpia. Tenerla ordenada. Bonita. ¿Y por qué? Para que nuestra familia esté contenta en casa. Para que nuestra pareja esté feliz de regresar. Cuidamos de la casa para que la familia la haga suya y se sienta orgullosa. Buscamos plantas y flores para adornar; Unas toallas que acentúen la armonía del baño; Un bonito mantel que acompañe alegremente la comida en familia. Y es que sabemos que si descuidamos la casa, la familia se aleja. De manera análoga, especialistas de Harvard han encontrado que si se deteriora el aspecto físico del barrio o la ciudad, de la misma manera se deteriora la convivencia, la urbanidad. En pocas palabras, cuando se deteriora el espacio público, se dispara la inseguridad.
Ventanas rotas
Los sociólogos y criminalistas George Kelling y Catherine Coles bautizaron lo anterior como “La teoría de las ventanas rotas”. Cuando un edificio medio abandonado se le rompe una ventana, al poco rato alguien romperá otras y al rato será ocupado por vándalos para incendiar o destruir su interior. Al deterioro de ese inmueble le seguirán los de al lado y así todo el barrio. Para probar su teoría dejaron un auto abandonado. Durante semanas nada le pasó. Luego, los investigadores rompieron intencionalmente uno de los retrovisores, al cabo de dos días el carro acabó totalmente destruido. Con estas ideas en mente, las autoridades de Nueva York se dieron a la tarea de recuperar las estaciones del metro. Eran espacios que habían sido estéticamente destruidos y, por lo tanto, ocupados por vagos. Para recuperar la seguridad, diariamente repintaban los vagones atacados con graffiti. Poco a poco los pequeños vándalos dejaron de rayonear al metro. Se fueron desalentando, pues sus “obras de arte” eran desaparecidas el mismo día. Los neoyorquinos observaron que el metro había cambiado. Se sintieron poco a poco más seguros.
Solución visual
Así como se contagia el deterioro urbano y social - así como se van perdiendo territorios ante la delincuencia - de la misma manera se puede contagiar el civismo y la recuperación gradual de espacios públicos. Es pues un asunto visual y gradual. Donde hay basura, se va juntando más basura y al poco tiempo llegan las ratas. Y las ratas de dos patas también. Allí donde hay contaminación visual es patente la poca o nula autoridad. La inseguridad entra por los ojos, la seguridad también. Por eso en Palermo, las escuelas secundarias junto con los alumnos y los padres de familia se dieron a la tarea de limpiar y “adueñarse” de los parques y de las tradicionales fuentes italianas. Por eso en Bogotá se reubicó al comercio pirata para que las familias pudiesen recorrer la ciudad en bicicleta por las noches. Barcelona hizo de su vocación arquitectónica un pacto social para embellecer los espacios y con ello lograron bajar la inseguridad. Ah, y al bajar la inseguridad lograron incrementar el turismo y mejorar su economía. Así fue, en todos los casos. Así será si juntas comenzamos a embellecer a nuestra ciudad.
La importancia de la belleza
Sócrates equiparaba los valores de la justicia, la verdad y la templanza con el de la belleza. El padre de la filosofía occidental argumentaba que la estética era fundamental pues a través de ella se tendía al bien común. Él argumentaba que al ver a una persona atractiva, la queremos conocer. Que su belleza es el primer motivo para acercarnos y conocerla por dentro. Gradualmente la vamos conociendo más; nos gusta su belleza interior. Nos enamoramos. Ello nos lleva a procurar su bienestar. La cuidamos. De esta misma manera, como ciudadanas nos “enamoramos” de nuestro entorno. La ciudad la hacemos propia y la cuidamos. Ahora que viene el Bicentenario de México, hagamos del embellecimiento urbano la mejor forma de celebrar a nuestra tierra.
Escrito por Equipo SuperMujer